Por séptima vez, desde la recuperación de la democracia en 1983, los argentinos concurren hoy a las urnas para avalar mediante el sufragio obligatorio y popular, a una nueva instancia constitucional de acuerdo a los dictados que ordenan la vida republicana. En estos comicios generales un total de 28,6 millones de ciudadanos está habilitado para elegir presidente y vicepresidente de la Nación entre siete candidaturas, a 130 diputados y 24 senadores, para renovar la mitad y un tercio del cuerpo, respectivamente, en el Congreso de la Nación y nueve gobiernos provinciales, legisladores y autoridades municipales, entre ellas San Juan.

El sistema de gobierno representativo, republicano y federal que nos conduce, se aferra al que rige en las grandes democracias del mundo, que sin perfecto es perfectible -porque permite ajustes para hacerlo más transparente, caso de las elecciones primarias-, y sin duda irremplazable porque es el que expresa la voluntad popular de manera incuestionable. La votación de hoy es también para nuestro país un hito histórico, ya que refleja una cultura cívica creciente a través de casi tres décadas ininterrumpidas de vivir en un Estado de derecho, donde la institucionalidad vela por el cumplimiento de las garantías constitucionales.

Si nos atenemos a los resultados de las elecciones primarias del 14 de agosto último, no habrá sorpresas en los resultados del proceso comicial de hoy pero, aún en la continuidad, todo programa de gobierno requiere correcciones puntuales para sortear los problemas domésticos surgidos de desviaciones macroeconómicas, o para prevenir embates externos, como los de la actual e irresuelta crisis global. Ningún modelo de desarrollo es exitoso por si mismo sino por la flexibilidad para superar las turbulencias y obtener metas de crecimiento en lo económico y social. Los desafíos actuales son muchos entre ellos frenar el elevado gasto público, inflación creciente, subsidiaridad prebendaria, impuestos distorsivos, tipo de cambio real, y un alto déficit en infraestructura estructural y energética que afectan la competitividad del país y atentan contra la diversificación productiva que se pretende.

Pero nada es imposible para un modelo de gestión si se implementan medidas sustentables, que redunden en una elevada generación de empleo y con el alcanzar una vida digna, la mayor ambición de todos los argentinos. Son metas que se deben alcanzar para no frustrar las esperanzas masivas que hoy se depositan en las urnas.