Poca luz. Puertas cerradas. Veredas vacías. Sin música, ni tráfico, ni chicos que cruzan Avenida Libertador en busca del bar con más onda. Sin movida previa, ni boliches. Sólo una decena de patrulleros recorriendo la zona y parándose en los sitios abiertos. Este fue el escenario reinante en la zona caliente de la noche sanjuanina (Urquiza y Libertador) hasta la madrugada de ayer. Sólo se pudo ver algún que otro grupo de adolescentes recorriendo las veredas despojadas de mesas y sillas, buscando qué hacer. Así se vivió el primer sábado por la madrugada desde que en la provincia, el Gobierno ordenó cerrar boliches, pubs y bares bailables, para evitar la propagación de la gripe A.
En un principio la especulación, sobre todo de los bolicheros, era que la gente iba a movilizarse a otros lugares, como estaciones de servicio, si los boliches estaban cerrados. Pero hasta esos sitios, que no estuvieron clausurados, se encontraban casi vacíos. "Sabíamos que hoy no podíamos ir a bailar. Por eso salimos sólo a tomar algo, pero nos encontramos con que hasta los bares están cerrados", dijo Leonardo Esquivel (24). Algunos grupos de chicos se apostaron en las esquinas, para buscar otra alternativa a la noche sanjuanina. Vehículos que iban y venían buscando algún lugar abierto. Y mucha incertidumbre. "No sabemos dónde ir a festejar mi cumpleaños", dijo Adrián Berenguer (19).
El poco tránsito y los carteles luminosos apagados de los boliches y bares fue una constante a lo largo de la Libertador. Muchos patrulleros dando vuelta y poca gente deambulando por la calle. Lo único que pudo permanecer abierto fueron los restaurantes, lomotecas y pizzerías. Aún así, hubo poca gente en estos lugares.
Lo que abundó fueron los rumores de las fiestas privadas. "Sabemos que hay muchas fiestas en casas. Ahora estamos tratando de conseguir una dirección", dijo Maximiliano Parisí (18). Incluso, a través de la red virtual Facebook, se promovía esta clase de reuniones.
El escenario desolador de este fin de semana pasado no es frecuente. Ni siquiera se dio cuando, después de la tragedia de Cromagnon, el Gobierno ordenó cerrar los locales nocturnos durante un fin de semana. Aún así, en ese momento, la gente se apostó en estaciones de servicios o en las veredas a seguir con la fiesta.
La incertidumbre no sólo fue de los chicos. Algunos propietarios de bares y pubs no sabían que la medida también les llegaba a ellos, por lo que algunos abrieron. La Policía no tardó en llegar a estos sitios para pedirles que cerraran. Pero los mismos efectivos tuvieron que consultar a las autoridades de la fuerza qué es lo que debería estar cerrado y qué no.
La confusión surgió porque en un primer momento, la orden era que cerraran sólo boliches. Pero el viernes, el Comité de Crisis elaboró una ley de necesidad y urgencia (la 8012) que entró en vigencia ese mismo día. La norma sólo establece que el Poder Ejecutivo queda facultado a limitar o suspender cualquier evento que implique aglomeración. Pero desde Casa de Gobierno se aclaró que la medida alcanzaría a boliches, pubs y confiterías que se vuelven espacios bailables.
