Hay acontecimientos que envuelven a la opinión pública como si todo ocurriera al mismo tiempo. La gente no puede obviar su efecto porque los medios reiteran una y otra vez lo que consideran una valedera información.

La reiteración obedece obviamente al interés de la noticia o del acontecimiento sobre la que ésta informa.

En el caso del deporte es imposible demorar o negar la información porque la ciudadanía es entusiasta con él, en el caso de desastres naturales pasa lo mismo porque involucra el futuro inmediato de mucha gente.

Pero hay otros casos que se relacionan sobre todo con el delito que deberían anunciarse porque la gente al conocerlo puede evitar riesgos pero cuya reiteración deja a muchos con la boca abierta y sin poder opinar.

Nada tan ilustrativo como escuchar a la gente que opina a través de distintas emisoras durante la noche. Casi todos saben todo pero la mayoría se manifiesta a favor de la cordura y de la no reiteración de temas.

Cuando se escuchan estas audiciones se advierte que el ciudadano argentino es razonable y que opta siempre por lo mejor.

De ninguna manera son enemigos de la democracia, son defensores de ella pero exigen un mejor comportamiento político.

Los políticos están en la vidriera de la escena diaria pero deben saber que no sólo se los observa sino que, además, se los juzga. Frente a esta situación que conocemos todos, hay una juventud descreída políticamente porque los jóvenes escuchan, conocen y saben. Es a esa juventud que los pensadores deberían dirigirse para poder pensar en un futuro mejor.

No obstante, los observadores de la sociedad actual creen que los jóvenes no han encontrado un lugar que les permita crecer como ciudadanos para luego satisfacer las demandas de la sociedad.

Uno desearía que no hubiera ocurrido ni Cromañón ni Beara, pero las diversiones desencadenan sucesos inesperados. Es como si todos juntos rompieran los límites de la conducta. Todos se sueltan un poco, la cuestión es no hacerlo del todo para no perder la noción de los límites que es lo que hace perder la compostura. La diversión puede ser espléndida y sana a la vez.

Pero los chicos no pueden cambiar solos. Debe cambiar también la forma de proceder de los dueños de lugares nocturnos.

Otra cuestión grave. Están ocurriendo en los lugares de diversión nocturna hechos graves y no hay controles, lamentablemente. La referencia es a los controles que deben ejercer las fuerzas de seguridad.

De esta manera, las responsabilidades aparecen compartidas pero siempre hay una autoridad mayor que deben dar las indicaciones del caso lo cual equivale a tomar medidas para evitar males mayores.

Hay que tomar las medidas que permitan cuidar a la juventud. Aquella que por su edad le adjudican a la diversión un espacio demasiado importante en sus vidas.