Mendoza, 26 de octubre.- Aunque el pueblo de Uspallata está dividido entre quienes se muestran a favor del proyecto minero de la empresa San Jorge, los que están en contra de la explotación metalífera a cielo abierto y los que se mantienen en una posición neutral, todos coinciden en algo: el temor a que foráneos provoquen hechos de violencia que -aseguran- no se generarían si sólo estuvieran los locales.

Como se espera la visita de militantes ambientalistas y pro-mineros de distintas partes de la provincia para la audiencia pública de hoy, se ha organizado un operativo especial de seguridad con requisas en la ruta.

El subcomisario Mario Lucero detalló que habrá unos 80 uniformados de la comisaría 23 de Uspallata, refuerzos de la distrital y de la UMAR (Unidad Motorizada de Acción Rápida). Ellos estarán en la villa y en el predio de Vialidad Nacional, donde se concretará uno de los últimos pasos de la evaluación de impacto ambiental.

Además, está prevista la presencia de unos 100 efectivos de Gendarmería Nacional, quienes se encargarán de requisar todo vehículo que circule por la ruta a partir de las 6 de la mañana, desde el puesto ubicado en la localidad de Los Árboles.

Esto, porque se calcula que habrá unas 3 mil personas en la audiencia y que llegarán partidarios a favor y en contra del proyecto minero. Pero sobre todo, porque la gente de Uspallata todavía tiene muy presente lo que ocurrió en noviembre del año pasado, cuando el cineasta Pino Solanas visitó la villa para presentar su último trabajo -un documental sobre las consecuencias de la actividad minera en diferentes partes del país- y hubo disturbios provocados precisamente, por personas que habían viajado desde otros lugares. Esta vez, el actual diputado nacional por Proyecto Sur anticipó que no se hará presente en Uspallata.

Pese a que el riesgo también fue advertido la semana pasada por la Pastoral Social y que los lugareños repetían que esperan que hoy no haya disturbios, ayer en la localidad cordillerana el ambiente era de tranquilidad.

Sólo un par de personas llevaban remeras negras, que con letras blancas decían: "No a la minería contaminante". En realidad, toda la villa está tapizada por este tipo de mensajes: los cordones de las veredas, postes y frentes de casas y negocios muestran eslóganes con stencil; en las paredes de baldíos hay murales que incitan a cuidar el agua; en los tachos de basura se lee "No a la Minera San Jorge".

Vecinos autoconvocados

Como ya vienen haciendo los últimos viernes, la Asamblea de Vecinos Autoconvocados se reunirá a las 7 de la mañana en la plaza de las Artes para partir en una marcha hacia las instalaciones de Vialidad Nacional. "No somos ambientalistas ni anti mineros. Tampoco estamos en contra del progreso. Simplemente, no queremos un proyecto metalífero a cielo abierto en Uspallata", sostiene Sergio Muñoz, uno de los vecinos que integra esta agrupación.

Desde marzo, los autoconvocados tienen voz a través de la FM comunitaria La Paquita, que debe su nombre a ese insecto típico del lugar "que pica y molesta" y que crearon con fondos provenientes de la venta de empanadas.

Allí plantean su postura, que conjuga una serie de elementos: que los informes de la empresa tienen imprecisiones; que la explotación no sólo afectará el ambiente sino que tendrá un impacto social muy grande (cuando llegue gente a trabajar en el yacimiento); que utilizarán 140 litros de agua por segundo mientras en la provincia se ha decretado la emergencia hídrica.

Pero ante todo, sus preocupaciones son que hay riesgo de que la contaminación llegue al río Mendoza y que este emprendimiento es algo así como la "punta de lanza" para varios proyectos de explotaciones más grandes.

A favor del proyecto

Del otro lado se encuentra Uspallata 2030, una organización que surge para ver de qué manera se puede trabajar para cuando termine la concesión de San Jorge, en el año 2028, con propuestas de capacitación. Roberto Mallima explica que creen que el proyecto puede responder a las necesidades laborales de muchos habitantes de la villa. Ellos se sitúan a favor del progreso del pueblo, que identifican con la posibilidad de tener un empleo en blanco en la minera.

El hombre subrayó que la escuela secundaria de Uspallata nació en los ’70 como técnica minera y que cuando logra tener su edificio propio a fines de la década del ’90 fue porque se esperaba la llegada de nuevos habitantes por este tipo de emprendimientos. De todos modos, indicó que desde la entidad reclaman que haya controles estrictos.

Los "neutrales"

Marcos y Javier Tapia, dos hermanos que tienen un minimarket -y tenían previsto cerrar hoy para ir a la audiencia y sostener la importancia del agua- comentan que hasta ahora se han manifestado sobre todo los que están en contra del proyecto, mientras quienes están a favor prefieren callar.

Pero hay muchos que podrían ubicarse en la categoría de neutrales porque su opinión está dividida. En este grupo se sitúa Roberto Acosta, quien ya es la tercera generación de habitantes de la villa. El hombre considera que más allá de lo que los lugareños opinen del proyecto, se va a aprobar, y detalla que tiene familiares empleados de empresas mineras que tienen buenos salarios.

En tanto, plantea que para muchas personas de Uspallata el turismo es una opción mal remunerada y por eso no descarta presentarse él mismo a la minera en un futuro, o que la presencia de San Jorge les permita negociar mejores condiciones.

Pero por otra parte, Acosta reconoce que va a haber muchos puestos de trabajo sólo en un inicio, mientras después se requerirán muchos menos y calificados. Después, mira una explanada verde frente a su casa, más allá de una hilera de álamos y sostiene convencido que esa tranquilidad se va a perder.