La homilía del Tedeum en la Catedral Metropolitana, conmemorativo del 204 aniversario de la Revolución de Mayo, puede considerarse una verdadera declaración del anhelo de los argentinos de alcanzar un consenso sobre los problemas que aquejan al país, para ser partícipes de sus soluciones. En ese marco convocante, ante la presidenta de la Nación y otras autoridades de distintas extracción política, el cardenal primado de la Argentina, Mario Poli, hizo un vehemente llamado al diálogo para superar todos nuestros desencuentros.
"O se apuesta al diálogo y se apuesta por la cultura del encuentro, o todos perdemos. Por aquí va el camino fecundo”, expresó el prelado, en sintonía con la prédica de su antecesor, el hoy papa Francisco, que ahora brega instando por la cultura del diálogo para superar antinomias y posiciones que parecen irreconciliables en los conflictos más graves del mundo.
Es también el espíritu del último documento del episcopado argentino sobre la violencia generalizada y la pérdida de valores que crea un clima de crecientes tensiones incentivadas por las frustraciones e iniquidades sociales. El llamado de los obispos, que tuvo un sólo destinatario -el pueblo argentino-, para que nos involucremos fraternalmente en la búsqueda de soluciones sin diferencias ni exclusiones. Porque como dijo Poli el domingo "la identidad cultural de un pueblo es la mayor riqueza”. Por ello recordó que desde el Cabildo Abierto y el Congreso de Tucumán, hasta nuestros días, los momentos de desencuentros se superaron con creatividad, y de la concordia surgieron constituciones y la institucionalidad, ya el diálogo es garantía de una vital salud para nuestra democracia.
Para escuchar a todas las voces debe existir una auténtica vocación dialoguista por parte de quienes tiene la responsabilidad de dirigir los destinos del país por opción mayoritaria de los mandantes, dando lugar a todos los sectores aún a los que critican y disienten con un gobierno. Es decir, la actitud abierta e indiscriminada que Poli llamó "humildad social”, en su exhortación.
Lamentablemente esta exhortacion no fue totalmente recepcionada ni por los funcionarios del gobierno ni por los de la oposición, que permanecieron expectantes unos, indiferentes otros poniendo serios limites a un dialogo que debe ser amplio y sincero.
La presidenta de la Nación no parece haber interpretado cabalmente ese anhelo, al contradecirlo con sus propias palabras: "Es imprescindible que este proyecto se materialice en el conjunto del pueblo, al que convoco a la unidad nacional, pero no para volver atrás”, lo que infiere una marginación de los ciudadanos que disienten con la posición oficial.
