Hoy se cumplen 10 años de la desaparición física de Gustavo "El Cuchi" Leguizamón, notable compositor salteño, quien falleció dos días antes de cumplir 83 años, en los que gestó una obra impactante. Autor de páginas imprescindibles para el folclore como "Zamba del carnaval", "La Pomeña", "Chacarera del expediente" y "Balderrama", por citar unas pocas, pero esencialmente prolífico creador, su hondo legado es un tesoro vital que continúa siendo terreno fértil para ampliar los horizontes de la música popular.
Nacido el 29 de septiembre de 1917, el "Cuchi" -apodo que le puso su madre y que en quechua significa chancho- fue un talentoso músico de vanguardia y sus obras trascendieron el país. El también poeta que sin haber estudiado música fue un gran maestro folclorista, contó en entrevistas periodísticas cómo comenzó en la música.
"Cuando era chico me agarró el sarampión y para que me quedara quieto mi papá me regaló una armónica. En casa teníamos una vitrola y escuchábamos música de Rossini, Wagner y otros clásicos. Yo distraje mi sarampión tocando esas músicas en mi armónica y así soplando, es como me metí en la música seria". Cuando tenía 20 años, debía resolver su futuro. Y era músico pero le comunicó a su padre que iba a estudiar Derecho en La Plata, y el hombre se enojó. Finalmente, el virtuoso de agudas palabras que desataron más de una controversia, también fue diputado provincial y profesor de historia y filosofía.
Muchas veces con letra de su entrañable amigo el poeta Manuel Castilla; y también en yunta con Jaime Dávalos, Antonio Nella Castro, Armando Tejada Gómez, César Perdiguero y Miguel Angel Pérez, la música argentina y universal le debe zambas, chacareras, bagualas, carnavalitos y vidalas, que se nutrieron de Bach, Mahler, Ravel, Stravinsky y Schönberg y sobre todo de Beethoven, al que definió como "definitivo".
Pero, además, admiró a otro gran pianista argentino, Enrique "Mono" Villegas, a los brasileños Chico Buarque y Milton Nacimiento y al jazzista estadounidense Duke Ellington y por esas influencias innovó usando distintos instrumentos a la hora de componer: teclados, maderas, cobres y cuernos a puro oído. Y depuró de manera excepcional la ejecución del piano, su instrumento predilecto.
Recién a los 71 años editó su primer disco, grabado durante un concierto en Rosario que incluye celebradas composiciones como Zamba de la viuda, Si llega a ser tucumana y Me voy quedando, todas instrumentales y antecedidas por explicaciones pletóricas de anécdotas y chistes, un sello de este grande que también debutó como actor en la película La redada (1991), para la que además compuso la música.
