El escándalo de espionaje a los teléfonos y los correos electrónicos de la presidenta Dilma Rousseff por parte de las agencias de inteligencia de EEUU puso en el freezer ayer el viaje de la mandataria brasileña a Washington. Dilma canceló el viaje que un equipo de avanzada que tenía previsto hacer los preparativos para su visita oficial a EEUU el próximo 23 de octubre.

La noticia se conoció horas antes de una reunión bilateral entre Dilma y su par de EEUU, Barack Obama, en la Cumbre del G-20 en Rusia. Allí, el único tema fue el espionaje a la presidenta brasileña, y su tratamiento hizo que ambos mandatarios llegaran tarde a la cena de honor ofrecida por Bladimir Putin, anfitrión de la cumbre, a los jefes de Estado que se dan cita en San Petersburgo.

Si bien aclararon que aún no está suspendida la visita, fuentes brasileñas dieron a entender que estaría atada a una disculpa pública de EEUU sobre el espionaje. Dilma está furiosa con los reportes de espionaje y evalúa no sólo cancelar su visita a Washington, sino también descartar una oferta de cazas F-18 Super Hornet de Boeing Co para la Fuerza Aérea Brasileña, un contrato de más de 4.000 millones de dólares codiciado por otras empresas de defensa. Su canciller, Luiz Figueiredo, dio plazo hasta fines de esta semana para que EEUU explique por qué espió a la presidenta de un país amigo.