El piso del 1,5% de los votos emitidos válidamente para unos y el 5% de los votos de acuerdo al padrón de afiliados para otros, transforma a la actual ley electoral en injusta y desigual y elemento clave de la proporcionalidad es evidente que no se cumple. A esta altura, poco es lo que puede hacer el Tribunal Electoral provincial más que acatarla.

El espíritu político del piso electoral está basado en la búsqueda de un sistema proporcional que iguale a todos los ciudadanos y candidatos, donde un ciudadano es un voto y este es su peso y decisión. Si los partidos y sus candidatos tienen distintos beneficios a los que los ciudadanos les conceden, no se garantiza en absoluto el valor superior de justicia en la representación electoral.

La clave está en garantizar elementos reales y no virtual, resolviendo problemas de igualdad, justicia y pluralidad. Los métodos matemáticos establecidos en el espíritu del piso electoral están dados por la equidad y no por una discriminación positiva hacia quienes menos votos eventualmente obtendrían. Este doble criterio transforma al actual sistema en dual, en el sentido de que para algunos corre una regla y para otros una diferentes. Es como si aquellos partidos pequeños necesitasen el subsidio de votos ciudadanos para poder competir.

Por Antonio De Tommaso/ Analista Político