El Papa Benedicto XVI realizó ayer una emotiva visita al área de Italia devastada por un sismo y pidió a Dios que escuche "el silencioso llanto" de las víctimas que surge de la tierra herida bajo sus pies.
Nubes bajas y la lluvia obligaron a Benedicto XVI a abandonar los planes de volar en helicóptero a Roma, por lo cual fue llevado en auto hasta el pueblo de Onna, que se convirtió en símbolo del sismo del 6 de abril porque quedó completamente inhabitable.
El terremoto dejó casi 300 muertos, entre ellos 40 personas de Onna, devastando casas de varios siglos y construcciones recientes. El Papa habló bajo una leve llovizna en un campamento al cual muchos de los sobrevivientes de Onna tuvieron que mudar sus vidas.
