La nariz fracturada, un ojo morado, al menos tres hinchazones en la cabeza, otros golpes en el resto del cuerpo y hasta una mordedura en una mano. Así quedó Teresa Sosa después de que un ladrón le propinara una brutal paliza para robarle la cartera en el barrio Uruguay, Concepción. Otra que la pasó mal ayer en la mañana fue la esposa de un pequeño empresario de remises que vivió una pesadilla en su casa de Rawson. Dos delincuentes la atacaron a punta de pistola estando sola, la dejaron maniatada en una silla y con los ojos vendados, y se alzaron con un magro botín porque no encontraron el dinero que buscaban.
Es la tercera vez que asaltan a Teresa Sosa, de 56 años, pero esta última fue la peor. Ella salió de su casa en el Bº Uruguay ayer a las 6.35 para tomar el colectivo en Salta y Benavidez. Se iba a su trabajo. El tramo a la parada no son más de 200 metros desde su domicilio, pero hay que atravesar un pasillo al borde del canal Benavidez. Cuando Teresa estaba por entrar a ese pasillo, se cruzó con un joven. Ella no se detuvo, pero al poco andar ese mismo muchacho la atacó por la espalda. "Directamente me pegó. Me tironeaba la cartera y me decía palabrotas. Me largó una trompada en la nariz que me hizo volar los anteojos. Me daba cabezazos y llegó a morderme. En ningún momento me resistí al robo, sólo pensaba en escapar", relató Teresa. El forcejeo y los golpes parecían interminables. En eso, llegaron a la salida del pasillo. Ahí la vieron un vecino y un ciclista, que corrieron a defenderla y entonces el delincuente huyó sin poder robar su cartera.
No tan sangriento, pero igual de violento fue el asalto que sufrió Patricia Riveros (40) en su casa de la manzana B del Bº UDAP IV, Rawson, en jurisdicción de la Seccional 25ta. Su esposo Rolando Molina, quien es dueño de ocho remises, salió de la vivienda minutos antes de las 10 para ir al banco. Los tres hijos de la pareja estaban en la escuela.
A las 10.30, un desconocido tocó el timbre. La mujer, confiada, fue a abrir la puerta y en ese instante el sujeto sacó una pistola y lo metió a los empujones. Por detrás entró otro delincuente. Patricia fue insultada y llevada por toda la casa, mientras le exigían el dinero. Luego la subieron a su dormitorio en el primer piso y la ataron a una silla y vendaron sus ojos. Los asaltantes revisaron cada rincón de las tres habitaciones y el comedor, pero no encontraron más que 60 pesos en monedas y 40 en billetes. También tomaron los anillos de casado, 2 celulares, dos pares de zapatillas nuevas y una camiseta de San Martín. Antes de huir, cerraron la puerta con llave y fugaron en una moto.
