Cuando Carla Groff se recibió de Licenciada en Alimentos -en el año 2012- se encontró con mucho tiempo libre y muchas ganas de hacer algo. En su búsqueda laboral, comenzó a repasar lo aprendido en la carrera y justamente en la materia Tecnología de Azúcares encontró la respuesta a su destino: se encaminaría a realizar en la provincia un emprendimiento de golosinas artesanales, algo que no solo le parecía original sino que además consideraba como un buen negocio para empezar.
"Me entusiasmé cuando empecé a investigar sobre el tema porque no era complicado conseguir las materias primas que solo son azúcar, agua, glucosa (en definitiva otro tipo de azúcar). Quizás lo más engorroso era adquirir los mejores saborizantes y colorantes. Pero nada imposible”, cuenta los primeros pasos de la experiencia, a la que en poco tiempo sumó a Rodrigo Garramuño, su novio, quien aportó al emprendimiento sus conocimientos de química, ya que es Farmacéutico.
"En tres meses hicimos miles de pruebas. Es que consideramos que hacer golosinas puede parecer algo sencillo, pero no es tan así. Uno puede encontrar en los libros algunas fórmulas pero hay que ensayarlas mucho para obtener los mejores sabores o un producto tentador a la vista”, agrega esta profesional que solo hace golosinas a pedido ya que comparte su hobbie con sus trabajos como docente (es profesora adjunta de la materia Tecnologías de Cereales y Panificados en la Licenciatura de Tecnología de Alimentos de la UCCuyo) y como técnica en una fábrica local que produce alimentos fortificados.
Con una oferta que incluye caramelos duros, paletas (esos chupetines redondos que tienen el tamaño de la palma de la mano), bastones y espumitas (que no son mi más ni menos que los malvaviscos o los afamados marshmallow, típicos de Estados Unidos) nació "Dulce Sensación”. Ahora está desarrollando, a medida que el tiempo se lo permite, otros productos como caramelos de leche, con o sin relleno y gomitas. De todos modos, en su listado de propuestas por investigar a futuro hay muchas posibilidades que van desde golosinas para personas que no pueden ingerir azúcar por problemas de salud hasta caramelos a base de varietales de uva.
"Los primeros que probaron las golosinas fueron los niños y los grandes de nuestras casas, los amigos, los conocidos. A partir que ellos aprobar los productos nos animamos a ofrecerlos al público”, cuenta Carla, quien es terminante con el rumbo que le da a su emprendimiento: "siempre voy a hacer algo artesanal porque es lo que me interesa. Con mis productos, cuidamos al máximo el tema de la calidad de las materias primas, la limpieza, la manipulación y la conservación. Hay que partir de la base que se trata de alimentos nobles por la concentración de azúcar y por las altas temperaturas con que se trabaja, pero que no tienen conservantes ni agregados”, comenta la emprendedora.
