Dentro de la pedagogía, la educación para la sexualidad ocupa un lugar cada vez más importante, teniendo en cuenta la imperiosa necesidad de orientar debidamente a los niños y adolescentes ante el bombardeo permanente de contenidos con connotaciones sexuales que se utilizan para lograr diferentes efectos: comerciales, hábitos de consumo o preferencias personales.

Más allá de que se entienda que en educación sexual deben intervenir tanto los docentes como los padres, se ha llegado a la conclusión que educar para la sexualidad es mucho más que transmitir conocimientos acerca de este tema. Tiene que ver con la información y estructuración de valores, actitudes y sentimientos positivos frente a la sexualidad. Si bien es cierto que dar información sexual exacta y veraz es importante, no es el único objetivo de la educación sexual: dar información es una cosa y formar es otra. En este sentido, por ejemplo, que los adolescentes tengan información sobre la reproducción y la anticoncepción no es suficiente para que desarrollen actitudes y prácticas de paternidad y maternidad responsable.

La polémica que se desató en nuestra provincia vinculada al inicio del dictado de clases de educación sexual basadas en una publicación del Ministerio de Educación de la Nación, considerada por varias organizaciones de padres no conveniente para los alumnos, determina la necesidad de aclarar convenientemente qué significa la educación para la sexualidad.

Según una declaración formulada por la UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas) en 2003, se entiende a la educación sexual como "el proceso vital mediante el cual se adquieren y transforman, formal e informalmente, los conocimientos, las actitudes y los valores respecto de la sexualidad en todas sus manifestaciones, que incluyen desde los aspectos biológicos y aquellos relativos a la reproducción, hasta los asociados al erotismo, la identidad y las representaciones sociales de los mismos. Es especialmente importante considerar el papel que el género juega en este proceso", se indica.

Además de todas estas consideraciones respecto de la educación para la sexualidad, uno de los aspectos sobresalientes y de suma importancia está en el perfil que debe tener el docente encargado de impartir esta enseñanza. Sin duda es un tema que preocupa a los padres y a las autoridades educativas, por lo que se tendrá que comenzar a trabajar especialmente en este aspecto para contar con educadores que estén a la altura de un tema tan delicado.