Tras anunciar el presidente Barack Obama el retiro de las tropas de Estados Unidos de Irak, antes de fin de año, ayer comenzó la histórica salida del país ocupado. Cientos de camiones transportando blindados y equipos militares cruzaron la frontera rumbo a Kuwait, lo que implica desmantelar 485 puestos y bases militares, quedando tan sólo 20 posiciones para levantar en breve.

La invasión estadounidense, en marzo se 2003, contra el régimen de Saddam Hussein con el propósito de buscar armas de destrucción masiva, que nunca aparecieron, ha sido una de las operaciones militares fallidas más grandes de la historia y con altísimo. Para los EEUU y la coalición, estos ocho años y siete meses tuvieron hasta ayer un gasto de más de 806.000 millones de dólares, unas 36.000 bajas, incluidos unos 4400 muertos y para Irak cifras incalculables en daños y víctimas que llegarían a un millón. La invasión venció a las fuerzas iraquíes, derrocó al presidente Saddam Hussein con su captura en diciembre de 2003 -fue ejecutado en diciembre de 2006-, lo que dio lugar al intento de establecer un nuevo gobierno democrático. Sin embargo, esto generó una ola de violencia contra las fuerzas de ocupación y entre los diversos grupos étnicos, el resurgimiento de la guerra civil entre sunitas y chiitas, y la insurgencia de Al-Qaeda.

A partir de ahora, la ONU deberá enfrentar en Irak los nuevos retos del sectarismo, la precariedad de los derechos humanos, y la necesidad de imponer la cultura de la reconciliación y justicia social. Sin duda vendrán desafíos y peligros en lo político y en seguridad interna y externa, por ello el gobierno de Bagdad deberá crear instituciones fuertes que garanticen la paz y la titánica tarea de reconstruir el país.