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Las autoridades brasileñas están ofendidas porque a pesar de que Brasil emerge como potencia mundial, la Casa Blanca no concedió el estatus de "visita de Estado” al viaje de Rousseff, la distinción diplomática de más alto nivel, con las formalidades de estilo. La explicación de la Casa Blanca es que, por ser un año electoral, Obama no concede visitas de Estado. Pero la prensa brasileña se apresuró a señalar que el primer ministro británico, David Cameron, llegó a Washington en visita de Estado dos semanas antes del viaje de Rousseff.

Un artículo publicado en Estado de Sao Paulo, titulado "Dilma será recibida por Obama sin honores de un visitante de Estado”, recordó que al presidente chino Hu Jintao y al primer ministro indio, Manmohan Singh, se les concedió visitas de Estado en 2011 y 2009, respectivamente. No se menciona, por ser más difícil de aceptar, que el mexicano Felipe Calderón hizo una visita de Estado a Washington en 2010.

"El 95% de las relaciones internacionales es un símbolo, y visitas de Estado son importantes”, dijo Peter Hakim, presidente emérito del Diálogo Interamericano, en la conferencia del lunes en el el Centro Internacional Woodrow Wilson en Washington. Carl Meacham, del Comité Senatorial de Relaciones Exteriores, dijo en la conferencia que "en la Casa Blanca Brasil no es visto como una cuestión de primer o segundo nivel en la política exterior”.

Dejando a un lado las sutilezas diplomáticas, hay otras cuestiones que están aumentando las tensiones bilaterales. Entre ellos: Los brasileños están sorprendidos por la inesperada cancelación de la Fuerza Aérea de EEUU del 28 de febrero de un contrato de U$S 355 millones para comprar 20 aviones militares a la compañía Embraer, citando problemas técnicos en la documentación presentada por la empresa. El contrato había sido objetado en los tribunales de EEUU por la firma competidora Hawker Beechcraft, de Kansas.

Los brasileños se ven afectados por una decisión de la Legislatura de La Florida de prohibir a firmas contratistas que negocien con Cuba, que podría afectar a la compañía brasileña Odebrecht en la construcción de un complejo de U$S 700 millones en hoteles, oficinas y tiendas en el Aeropuerto Internacional de Miami. Los brasileños están molestos desde que Obama visitó la India en 2010 y apoyó abiertamente la búsqueda de un asiento permanente de ese país en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El año pasado, Obama se limitó a expresar su "aprecio” por el deseo de Brasil de obtener un asiento igual en la ONU.

EEUU tiene un "diálogo estratégico” con agendas comunes con China e India, y un programa de intercambio de tecnología nuclear con la India, pero no tiene un acuerdo similar con Brasil. A su vez, en la Casa Blanca se sienten frustrados por la alineación de Brasil con algunas de las peores dictaduras del mundo, especialmente Irán. También Lula da Silva y Rousseff criticaron los abusos en la base de Guantánamo, en sus visitas a Cuba, pero no dijeron nada acerca de los derechos humanos en la isla .

Mi opinión: El hecho de que Rousseff seguirá adelante con su visita a Washington, a pesar de no ser oficial, demuestra que está dispuesta a mejorar las relaciones con Estados Unidos. Ella sabe que Brasil es demasiado dependiente de las exportaciones de materias primas a China, y necesita urgentemente aumentar sus exportaciones de manufacturas a EEUU. El gobierno de Obama también debe dejar de lado su orgullo y tratar a Brasil de la misma manera que lo hace con Rusia, la India o Sudáfrica, cuyas políticas externas son a veces más desagradables que la brasileña. Washington y Brasilia se necesitan más de lo que piensan.