A fines de 2003 el Pentágono le había advertido a la Casa Blanca sobre "la catástrofe climática". El acceso al agua se convertirá pronto en un campo de batalla, vaticinaban. Habrá guerras por la preservación de acuíferos, advertían en el Pentágono. "Las guerras se librarán por la supervivencia climática y de recursos, más que por religión o ideología. Tormentas, huracanes arreciarán las costas y los continentes, volviendo zonas inhabitables y activando éxodos desesperados. Hacia el 2010 Estados Unidos y Europa vivirán un tercio más de días con temperaturas por encima de los 40º C. Se generarán tensiones sociales y perjuicios a las economías regionales".

Cuando ayer, Al Gore, el ex vicepresidente de Bill Clinton se paró frente a los oyentes de la Universidad de Congreso, cargaba a sus espaldas una evidencia: de las 90 toneladas diarias de gases de carbono que apuran el calentamiento global en la Tierra, Estados Unidos y China son los mayores emisores (32 y 33 % respectivamente). Le siguen Europa y Rusia. América Latina no llega al 3 %. Estados Unidos se ha negado sistemáticamente a firmar el compromiso mundial de Kyoto, Japón en 1996, que pretendía obligar a los "grandes" industriales a moderar su impacto ambiental y comprometerlo a financiar para de la remediación ambiental en los países más pobres. En tierra del Tío Sam están aterrados ante el temor de que esa obligación ética, los lleve a frenar su evolución económica. Por eso, tal vez, Al Gore arrancó su disertación advirtiendo que una nueva era acaba de ponerse en marcha: "Este es otro Estados Unidos. El presidente Barack Obama no sólo está dispuesto a firmar la adhesión al protocolo de Kyoto en la próxima reunión de Copenhague, Dinamarca -diciembre de 2009- sino que pretende liderar la lucha contra la contaminación ambiental y el calentamiento global. Es más, el Senado le votará leyes en noviembre que le cimentarán el camino hacia esa decisión internacional, que hará expresa en diciembre en Copenhague". Es que desde el auditorio le habían preguntado cuánto estaba aportando Estados Unidos para esa readaptación en los países "víctimas" (los que apenas emiten y pagan las consecuencias del cambio climático") y cuánto traía su Fundación para esa readaptación urgente. En Mendoza existe una Agencia de Cambio Climático (pública no estatal, integrada por el gobierno y entidades privadas, universitarias, científicas) que tiene varios planes (estudio de la vitivinicultura con mayores precipitaciones; la fruta con otro clima; el turismo en esa "nueva era", etc). Pero ninguna plata.No obstante, acumula promesas de aportes internacionales y compromisos de variada índole. ¿Ciencia ficción?. Políticas de Estado: esto es, para varios gobiernos y con una conducta pública que supera las próximas urnas. Nicholas Stern, al frente de un gabinete inglés financiado por el Banco Mundial, señala en un documento que la clave para resolver la crisis es lograr que los países más contaminantes, como China y Estados Unidos, reduzcan sus emisiones y por medio de medidas tributarias y cuotas de emisión financien la adaptación mundial al cambio irreversible. Stern, agrega que "debe ser una política mundial, que se geste desde coordinaciones regionales". Blair y Browm aseguran que "por cada libra esterlina (US$1,89) invertida ahora, podemos ahorrar cinco, o más, si actuamos de inmediato."No hay tiempo", advierten.