Detrás de los nervios, la ansiedad y la concentración de los chicos que rinden buscando una vacante de ingreso a alguno de los tres institutos preuniversitarios de la UNSJ, hay una aceitada maquinaria de organización. Y ayer, como un preciso reloj, el mecanismo se puso a prueba nuevamente con 1.600 alumnos que empezaron a rendir en el edificio de la escuela Industrial. Con los años perfeccionaron el armado de los exámenes, que incluso tiene tres modelos diferentes previos; en el proceso de evaluación intervienen nada menos que unas 300 personas y ya hasta usan códigos de barras como identificación.
Uno de los aspectos poco conocidos del examen de ingreso es que se preparan tres modelos. Los profesores de las departamentos de Lengua y Matemática elaboraron tres diferentes exámenes para cada materia, para luego elegir dos por sorteo (esto busca evitar que puedan filtrarse contenidos). Los modelos sorteados en primer término fueron los que llegaron ayer a manos de los alumnos, mientras que los segundos se dejan eventualmente para aquellos que se inscribieron y no pudieron rendir por alguna circunstancia (enfermedad o accidente, por ejemplo).
Participan docentes de diferentes áreas de los tres institutos preuniversitarios, excepto los de Lengua y Matemática los días que toquen esas pruebas, para que se dediquen a corregir.
En total intervienen 300 personas, entre docentes, directivos, preceptores y personal no docente, como los informáticos.
Precisamente, el proceso fue ganando en agilidad en los últimos años gracias a avances tecnológicos, como la implementación de un sistema de códigos de barras. De esta manera, en vez de escribir los nombres en cada examen, los alumnos deben pegar códigos de barras, que aseguran el anonimato y generan mayor transparencia a la hora de corregir. Además, la modalidad permite un acceso más veloz a las aulas, que era un problema recurrente. A su vez, este año recurrieron a la inscripción on line, lo que evitó las largas filas de padres anotando a sus hijos. Ahora sólo tuvieron que llenar un formulario en la web, imprimirlo y luego pasar por la escuela para retirar los códigos de barras.
Ayer, a las 7,20 empezaron a ingresar los alumnos (sin los papás) y la fila que daba prácticamente la vuelta a la manzana fue avanzando rápidamente. A las 8,30 ya estaban todos los aspirantes dentro de la escuela y a las 8,45 en punto sonó el timbre que le dio inicio al examen de Lengua.
En la puerta de calle Mitre se agolparon miles de padres, algunos más nerviosos que los chicos, que esperaron hasta que lentamente empezaron a salir. Algunos con caras largas, otros con lágrimas y la mayoría contentos por haber completado la evaluación. Hoy les quedará el último filtro, el examen de Matemática.
