La comunidad judía, celebra hoy la llegada del año nuevo: Rosh Hashaná, que comienza a la tarde con la caída del sol. La conmemoración recuerda la fecha en la que, según la tradición, Dios creó al primer hombre, hace 5771 años.

La primera noche de Rosh Hashaná es costumbre desearse mutuamente "Leshná Tová Tikatev Vetejatem", que significa: "Para un buen año, que seas inscripto y sellado en el libro de la vida". Para esta celebración es costumbre comer alimentos que simbolizan dulzura, bendiciones y abundancia. El sonido del shofar o cuerno de carnero, es el precepto central y más importante de la festividad. Se lo hace sonar en la sinagoga durante los dos días de la festividad: 9 y 10 de septiembre.

Mientras suene comenzará la meditación, el examen de conciencia y el arrepentimiento por las faltas cometidas. Los actos, eminentemente religiosos, terminarán con el Yom Kippur o día del perdón en el que, según la tradición, Dios juzga a los hombres colocando a cada uno en el lugar que le corresponde, y que este año comienza el viernes 17 de septiembre a la caída del sol y se extiende hasta el sábado por la noche.

Un buen año es el que puede deparar a israelíes y palestinos si prosperan las conversaciones de paz iniciadas en Washington, auspiciadas por los Estados Unidos, un diálogo en el que se retoma la estela de las anteriores en Oslo y Taba, y que lamentablemente fracasaron. Hamás, espoleado por el iraní Mahmud Ahmadineyad, ya amenazó con torpedear esa esperanza que se abre con el nuevo año judío, cercano al fin del Ramadán, que fue el 27 de agosto, el mes en que los musulmanes se comprometen a orar, ayunar, ayudar a los más necesitados y fortalecer las relaciones de parentesco y amistad.

Es de esperar que los creyentes comprendan el valor de vencer la violencia entre fieles de confesiones diversas. A veces, la agresión tiene su raíz en la manipulación de la religión con fines políticos o de otro tipo; al igual que la discriminación basada en la etnia o en la identidad religiosa.

Abrirse al perdón mutuo y a la reconciliación es indispensable para una convivencia pacífica y fructífera, reconociendo lo que se tiene en común y respetando las diferencias como base de una civilización marcada por la cultura de diálogo.