No es bandoneonista, ni tanguero como su tata, el gran Astor Piazzolla. Su pasión es la batería y el jazz, pero, indudablemente, la música fluye en sus venas. Con ese legado que marcó a fuego su niñez, Daniel "Pipi" aterriza por primera vez en San Juan, con Piazzolla play Piazzolla, un espectáculo que en tono jazzero expone temas inéditos y aquellos clásicos de su abuelo (ver aparte).
El peso del apellido, el recuerdo de su infancia con el compositor de Libertango y Adiós Nonino, sus consejos y la primera batería que le regaló son algunos de los temas que abordó Daniel, en diálogo con DIARIO DE CUYO, antes de arribar a la provincia con Escalandrum -el grupo que integra y está a punto de cumplir 13 años-.
– ¿Llevar el apellido Piazzolla es un peso, un orgullo?
– Sí, es un orgullo pero no me ayudó, porque las exigencias fueron el triple. Un peso nunca fue, me gustan los desafíos.
–¿Creés que te ayudó a estar donde estás?
– Fue motivador, porque llevar este apellido significó estudiar el triple que los demás para estar a la altura de las circunstancias.
– ¿Por qué te inclinaste por la batería y no por el bandoneón?
– Se dio de manera natural, desde los 13 o 14 años que voy a la cancha y me enganché con los bombos y los platillos. Cuando descubrí la batería me volví loco y empecé a estudiarla con seriedad
– Y tu primera batería te la regaló Astor… ¿La conservas?
– Totalmente, fue a los 16 años, después de estudiar sin batería un año y medio. No la tengo yo, sino un amigo mío, un discípulo.
– ¿Cómo nace la idea de rendirle tributo a través del jazz?
– Comenzó a tomar forma en 2009 y el disco salió recién en marzo de este año, porque nos tomamos nuestro tiempo para madurar la música y elegir el repertorio, el álbum lo presentamos en el Teatro Gran Rex junto a Paquito D’Rivera y fue un éxito.
– Es un homenaje muy especial…
– Me pareció que con Escalandrum podía afrontar este desafío que es una mirada nueva sin bandoneón y sin violín.
– ¿Temiste que esta propuesta no fuera aceptada por la mirada más tradicional del tango?
– Primero no hacemos tango, es una mirada jazzera de la música de Piazzolla. Segundo, nos tomamos la música con responsabilidad y no le tenemos miedo ni a la vanguardia ni a nada, si ellos aceptaron el tango electrónico, no tengo nada que temer. Cuando mi abuelo incursionó en el tango, lo volvieron loco; pero ahora hacen cualquier cosa y no dicen nada.
– ¿Qué sentía Astor cuándo recibía críticas de sus detractores?
– Le encantaba el lío (risas), lo único que lo preocupaba era no poder vivir en su país.
– ¿Saliste a él?
– Todo lo contrario, salvo que me pregunten por el tango electrónico.
– ¿Por qué te provoca escozor ese ritmo?
– Porque está apuntado netamente a lo comercial y no tiene vuelo artístico, es para bailar y listo; no tiene nada que ver con la evolución del género.
– ¿Qué te aconsejó tu abuelo en el tema música?
– Me decía que tenía que ir a las mejores escuelas, que escuchara mucho jazz… Lo que recuerdo de él es que se levantaba a las 5 de la mañana, aún cuando tenía 66 años. Esos ejemplos de vida me llegaron, como saber que era capaz de vender un único auto para montar su espectáculo; al igual que mi papá, que hipotecó su casa para que yo estudiara, eso me motivo a responderles.
– Es una paradoja que pese a su éxito, Piazzolla no tuviera el buen pasar que merecía.
No somos músicos de rock, no nos pasan en todas las radios ni en la televisión, mi abuelo recién pudo disfrutar de su éxito cuatro años antes de fallecer.
– ¿La música se lleva en la sangre?
– Algo de eso hay, no llevo ni el genio de mi abuelo ni su talento. A mí me costó mucho estudio poder ser quien soy, no soy de esos típicos músicos a los que les sale todo fácil. Pero la música la llevo adentro, eso sin duda…
