Iván Figueroa fue Primer Escolta de la Bandera de la escuela primaria del Servicio Penitenciario de la provincia, Juan Godoy de Brendes. Ayer egresó y en un balance dice que no sólo mejoró su capacidad de sumar, restar y leer, sino que aprendió a ser mejor persona. Hace casi dos años que está preso por robar. Ahora, para él todo es proyecto y ansiedad, ya que en dos meses recuperará su libertad.
A pesar que en "la calle", como él dice, terminó la escuela primaria, decidió volver a hacerla en el penal. Es que allí se aprende sobre valores, sobre ética, sobre la importancia de ser cada vez mejor y sobre Dios. Eso es lo que más ayudó a Iván. "Dios dice que no hay que matar al reo, que hay que ayudarlo para que sea mejor. Yo con un latigazo me muero, imaginate todos los que soportó Jesús por nosotros. No lo puedo defraudar", dice.
El chico cumplió, justamente ayer, 22 años. Y a pesar de festejarlo con su flamante diploma, no estaba del todo contento. Es que esperaba que su padre estuviera sentado entre los familiares de los presos que estuvieron en el acto, pero no estuvo ahí. "No sé por qué no vino. Es el único que viene a verme. Cuando entré tenía novia, ella vino los primeros meses, pero después desapareció. Ahora, el único que viene a verme es mi papá", cuenta Iván sin quebrarse. Quizás tiene fuerza para decirlo porque sabe que lo que hizo no está bien. Cuenta que empezó a robar aunque no lo necesitaba porque su padre tenía trabajo. "Lo hacía para comprar droga, para vestirme bien. Después, terminás acá y te quedás sin nada de eso. Y, lo peor, es que defraudás a tu familia. Le robás las fiestas a tus viejos, los cumpleaños, el Día del Padre, el de la Madre. No sabés lo que es pasar una Navidad acá: escuchás los petardos a las 12 y te tenés que ir a dormir, es como una noche más", cuenta. Y dice que "esta es la tercera Navidad que voy a pasar acá. Hace 2 años y 10 meses que estoy encerrado. Sé el tiempo exacto porque en la cárcel se cuenta día por día".
El pensamiento lo lleva inmediatamente a pensar en el cambio que va a dar su vida en los próximos días. "Sé que estoy mejor. Ya no me drogo y no quiero robar", confiesa y se pone serio. Es que tiene un plan para cuando salga de la penitenciaría: "Tengo que buscar buenos amigos. No tengo que drogarme otra vez, porque al principio te la dan gratis. Pero después necesitás plata y ahí es cuando empezás a robar", reflexiona.
En el penal, además de estudiar, trabaja. Se encarga del mantenimiento del lugar. Y dice que está preparado para salir a buscar trabajo, aunque tiene miedo de pensar en qué. Dice que "no quiero ilusionarme con nada. Voy a salir y voy a buscar algo, sé que Dios me va a ayudar. No me quiero hacer muchas ilusiones para no sentirme mal si no consigo lo que quiero".
