La tradición de adornar uno de los principales íconos navideños está próxima. Se trata de un rito cristiano que reconoce raíces paganas, en especial de los celtas, que al comenzar el solsticio de invierno adornaban un roble para asegurarse el regreso del Sol.
Las huellas más antiguas de los cristianos celebrando la Navidad, se remontan al siglo IV d. C. La celebración cristiana fundamental fue desde un principio una sola: la muerte y la resurrección de Jesús, unida a la celebración de la pascua Judía, y remontada cada primer día después del sábado, es decir el domingo, "día del señor".
El Arbol de Navidad se arma todos los años el 8 de diciembre. Muchos explican que la fecha corresponde a que es el día de la Virgen, pero en realidad eso nada tiene que ver con la tradición.
Para algunas culturas el Arbol tiene un significado místico, la unión del cielo y la tierra, un signo de encuentro con lo sagrado. Los árboles están relacionados con la fecundidad, el crecimiento, la sabiduría y la eternidad.
Para los creyentes, Dios se ha valido de la forma en que los hombres ven a los árboles para dar a conocer su plan de salvación de la humanidad. En primer lugar se asocia al Arbol de Navidad con el "Arbol de la Vida" del Edén, también el Arbol de Navidad representa el haber recobrado dichos dones gracias al sacrificio de Jesús.
El Arbol de Navidad nos recuerda la Redención, las luces representan la luz de Cristo, la estrella es la de Belén y el pesebre que anuncia el Nacimiento.
Más allá de la historia y los significados, el Arbol de Navidad es sinónimo de esperanza, ilusión y el deseo de un futuro más prometedor.
Hoy, la ceremonia es más expeditiva: se va al mercado, se compra un pino o un abeto de plástico y se le cuelgan moños de seda, globos brillantes y luces eléctricas. Cabe agregar que la costumbre cristiana de colocar regalos a los pies del árbol y abrirlos en Navidad, también proviene de los celtas, quienes una vez producido el solsticio (21 de diciembre) se repartían entre las antorchas como augurio de un pronto verano.
San Bonifacio, evangelizador de Alemania, sesgó con un hacha un árbol que representaba el Yggdrasil y ante el cual se estaba por sacrificar a un niño; y que de allí brotó milagrosamente un abeto.
Mientras los cristianos protestantes eligen el pino, los católicos no dudan en preferir el abeto y esto tiene que ver con que fue Martín Lutero, padre de la Reforma, quien impuso el pino como Arbol de Navidad, porque sus hojas, que simbolizan el eterno amor a Dios, debían ser perennes.
A esta idea también adhirieron los católicos, pero para distinguirse de los protestantes lo suplantaron por el abeto, que además de hojas perennes, tiene una forma triangular que representa a la Santísima Trinidad.
Por su parte, los judíos poseen su Arbol de la Vida, que no existe materialmente, pero que se dibuja con diez redondeles, que representan las diez emanaciones espirituales o sefirots, a través de las cuales Dios habría dado origen a todo lo existente.
Estas diez emanaciones se interconectan a su vez con las 22 letras del alfabeto hebreo y su compleja interpretación entra en el terreno de la Cábala. El Arbol de Navidad también recuerda al manzano del Paraíso de cuyos frutos comieron Adán y Eva, y de donde provino el pecado original.
La decoración
Se cree que el primer árbol de Navidad, como lo conocemos en la actualidad, se armó en Alemania en 1605. Desde allí, se expandió al resto de Europa.
Actualmente, cada elemento que se coloca en el arbolito tiene un significado particular:
– Estrella: en la punta del árbol, representa la fe que debe guiar la vida del cristiano, recordando a la estrella de Belén.
– Bolas: rememoran las manzanas de San Bonifacio. Las actuales esferas simbolizan los dones de Dios a los hombres.
– Luces: recuerdan las velas como luz de Cristo.
– Colores: el azul representa la reconciliación; la plata, el agradecimiento; el oro, la alabanza; y el rojo, la petición.
– La forma triangular del árbol está relacionada con la Santísima Trinidad.
