Las sorpresas de ésta vendimia también impactaron en los graduación alcohólica de las uvas. Y siempre se cuela algún vivillo, claro: en el Este mendocino el INV intervino todas las piletas de una bodega muy conocida, investigando la adulteración con agua, aprovechando la alta graduación de las uvas de esta cosecha. Es que Mendoza, acostumbrada históricamente a estar por debajo en los promedios de los “grados” de San Juan, ésta temporada revirtió el ciclo. Los intensos días de calor -entre 35 y 38º sostenidos durante 4 y 5 días-, sumado a la falta de lluvias, tormentas de granizo y enfermedades criptogámicas, provocaron la disminución del volumen de cosecha y una poco frecuente deshidratación de los racimos que alteraron la graduación y el peso habitual de los racimos de la región. Estos son los argumentos que esgrimen los técnicos vitivinícolas para explicar alteraciones inusuales en la cosecha, claramente disminuida respecto a las estimaciones iniciales de principios de año.