
El Evangelio de Marcos 1, 7-11 nos dice: "En aquel tiempo, Juan proclamaba: "Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con Espíritu Santo”. Y sucedió que por aquello días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el río Jordán.
Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos: "Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco”.
Juan completa el tiempo de preparación del pueblo de Israel. Juan representa un tiempo que se cierra, para que otro más pleno se abra. Juan Bautista es el último de los profetas y el primero de los apóstoles. Un varón contemplativo, un hombre con la austeridad del desierto, un santo cabal, un látigo vertical de la Palabra afilada que llamaba a la conversión. A una vida nueva llena de luz y ajena al delito.
Jesús es bautizado. Algo nuevo va a comenzar. Lo anunciado por los profetas, llega a por fin a su cumplimiento. No rechaza la práctica de Juan de bautizar – aunque no era bautismo sacramento- y cumple con ese rito. Podemos repetirnos interiormente: Sopla Señor y renuévame en tu brisa.
Jesús representa lo que se despliega como novedad. Juan era el proceso que llevaba a El. Jesús es la Buena Noticia. El anunciado. El Esperado. La plenitud. Alfa y Omega, principio y fin.
Este evangelio nos presenta la Teofanía: la manifestación de la Santísima Trinidad. Dios es Familia divina, porque es comunidad de persona, vida y amor. Sí, qué hermosa verdad: Dios es Amor. Verdad que nos da calor y alegría. Dios no es una deidad fría, a modo de los antiguos griegos. Es Padre, Hijo y Espíritu Santo. A cada instante nos busca y ama.
Reyes Magos
Ayer sábado, la fe cristiana celebraba la fiesta de la Epifanía, más popularmente llamada la fiesta de los Reyes Magos. Sabios de Oriente peregrinan hacia Belén, guiados por la Estrella que guiaba el camino. Esta estrella se detuvo en Belén, donde estaba el Niño. Decidieron contradecir al rey Herodes que quería matar al futuro mesías. No volvieron a él. Se fueron por otro camino a sus pueblos de origen. Benedicto XVI en su Infancia de Jesús, dice que esto sabios son expresión de la sabiduría pagana, pero que busca y se abre al misterio de la verdad plena. Vienen, reconocen y adoran al Niño porque en Él descubren al Mesías, el Regalo de Dios para todo corazón. Por eso ellos les dan lo más valioso que poseen: oro, incienso y mirra.
Descubramos a Dios en los márgenes, en los niños, lo simple, lo pequeño. ¿Dónde lo encuentro yo? ¿Lo busco en el poder o las riquezas? La verdadera riqueza la encontraré en lo indefenso, lo sencillo, lo distinto. Tres espacios para buscar a Dios. Tantas veces no "luce" ante el mundo, pero sí brilla ante el Dios de los vulnerables. Una vez más, Jesús nos muestra para quién ha venido y dónde está.
Por Pbro. Dr. José Juan García
