El año pasado, con apenas 3 meses de edad, a Ian Rivero lo internaron por una bronquiolitis. Pero terminó con un pie amputado. Por eso el dolor aún no cesa en su humilde familia chimbera; por el contrario, aumenta a medida que Ian va creciendo. Hoy el bebé tiene 17 meses y pasa sus días en cama o, a lo sumo, en un sillón. Es que para empezar a aprender a caminar necesita una prótesis que le permita poder pararse y tener equilibrio. Aún con la profunda amargura de no entender por qué su hijo salió del Hospital Rawson sin su pie, la mamá contó que llevan 7 meses esperando una respuesta al pedido de la prótesis, con el peso de la urgencia por un incipiente desvío de su columna que agrava su situación, según contó.
Fue el 25 de septiembre de 2014 que Ian ingresó al hospital por un problema bronquial y quedó internado. Pero su salud se complicó al contraer un virus hospitalario y pasó a Terapia Intensiva, recordó Johana, la mamá. En esa instancia, una vía de administración de suero colocada en el pie se infectó y el bebé produjo una trombosis (coágulo en un vaso sanguíneo), que tuvo un desenlace gravísimo. ‘Los médicos me dijeron que tenían que amputarle el pie porque corría peligro de muerte. Fue un momento que no me voy a olvidar más’, apuntó la madre, quien cree que hubo mala praxis.
Ian, entre idas y vueltas, estuvo seis meses internado, hasta lograr el alta definitiva. Pero ya en su casa siguió pasando sus días en la cama o en un sillón. ‘Ya está cansado y llora mucho por eso. Hace un año que está en rehabilitación y no avanzó demasiado. La médica me dijo que necesita urgente la prótesis porque empezó a desviársele la columna’, contó. La familia del bebé reconoció que la rehabilitación no fue del todo constante, primero por falta de fondos para viajar todos los días al centro de salud de la Rotonda, que solucionaron con una derivación al Hospital Rawson y un carné de discapacitados para viajar en micro. Pero luego Johana dio a luz a Angelina, hoy de dos meses, y eso también frenó algunas semanas el tratamiento. ‘Desde los tres meses que Ian está en cama y eso hizo que todavía no pueda sostenerse solo, como que le falta fuerza en la espalda. Cuando no pudimos llevarlo a rehabilitación le hicimos nosotros la sesión, pero al no poder pararse solo, no tiene esa estimulación normal de todos los bebés. Tengo terror que no pueda pararse nunca, que quede postrado toda su vida’, dijo al borde de las lágrimas su abuela, Marcela Figueroa.
Para colmo, al problema con la falta de prótesis se suman los problemas respiratorios de Ian. Y su casa no lo ayuda mucho. Pese al cuidado de Marcela por mantener todo impecable y el piso de tierra regado, las paredes son de adobe y el techo de palos y cañas está a punto de caerse.
Por eso empezaron a dormir en el patio, porque tienen miedo que tiemble y se les venga todo encima.
‘Sueño con el momento en que pueda agarrar a Ian de los brazos y pueda dar sus primeros pasos. Así tenga 3 o 4 años, pero que camine’, confesó la mamá.
