El empate no le venía mal a ninguno. Para el Levante, el local, significaba no perder con el equipo considerado por la mayoría del planeta como el mejor de estos tiempos. Para Barcelona era asegurar en los números lo que ya se veía venir desde hace rato. Su tercer título consecutivo de la Liga española, una de las más poderosas. Y el 1-1 final desató el conformismo en uno y la euforia en el otro.
Cada título tiene su sabor especial. Barcelona se coronó con dos fechas de anticipación en un campeonato en el que su archirrival, Real Madrid, contrató a Mourinho y a Cristiano Ronaldo. Pero los dos portugueses, y toda la Casa Blanca, tuvieron que conformarse sólo con arrebatarle la Copa del Rey en la final.
Ya el 5-0 entre los dos colosos en la primera rueda del torneo español marcó quien era el favorito. En un equipo plagado de figuras que siempre anteponen el valor colectivo al personal, Messi creció todavía un poco más. Porque a sus dotes de gambeteador y goleador (31 en la temporada), le agregó el de asistidor. "El torneo en el que a Messi le creció la barba" definió el periodista Alex Cubero para describir la madurez de Lionel, a sus 23 años.
Igual, Barcelona no es Messi más diez. El arquero Valdés no sólo consiguió ser la valla menos vencida, sino que con sus saques es el primer atacante. Para la marca del cuidapalos, la defensa también demostró lo suyo, liderada por Piqué y Puyol. Cuando éste último no estuvo por lesiones, apareció una sorpresa: Mascherano, definido como la mejor contratación por el DT Guardiola. El motor del medio para fabricar ininterrumpidamente juego conformado por Iniesta y Xavi tiene en Busquets el sostén para recuperar en el medio. Las trepadas de Alves para asociarse a Messi o descargar centros para Pedro o Villa, los dos goleadores detrás de Messi. La base del plantel se conoce desde las inferiores, para más envidia del resto.
Toda esta ingeniería soñada la comanda un Guardiola que logró que el equipo no pierda hambre de gloria, al mantener las premisas de buen juego, posesión, presión, concentración y humildad. Tan fácil de explicar y difícil de conseguir…
Este equipo también saca fuerzas hasta de sus flaquezas. La derrota en la Copa del Rey no le impidió barrer al Real en la semi de la Champions. Y el tumor que se le detectó a Abidal, cuando estaba en su mejor momento, consiguió unir más todavía al grupo.
Si bien Barcelona todavía va por el premio mayor de la temporada, cuando juegue el 28 de mayo la final de la Liga de Campeones de Europa ante Manchester United, su sello en la historia ya es indeleble.
