El 10 de febrero de 1945, el interventor federal Juan Berreta, jefe del RIM 22, clausuraba el semanario "El Censor". Entre los fundamentos del cierre se esgrimía que la publicación emite "conceptos que, además de falsear la verdad, constituyen una crítica destructiva a los actos de Gobierno". Se señalaba que "la forma irrespetuosa de algunos artículos lesionaba la cultura general". Carelli manifestó que los cierres de diarios y semanarios eran comunes en esa época, debido a que las administraciones veían a los periódicos como un arma que pertenecía directamente a un partido político, el cual era un órgano de defensa de una ideología.
