El corte de luz que duró poco más de 12 horas y que afectó a Valle Fértil, Iglesia, Jáchal y Calingasta generó molestia en el turismo. La mayoría de los hospedajes en estos departamentos tiene calefacción eléctrica y los operadores debieron ingeniárselas para darle mayor confort a los huéspedes y contrarrestar la baja temperatura que en algunas zonas fue de 8 grados bajo cero. El corte afectó a unos 17.000 usuarios desde las 21,55 del miércoles pasado y se produjo por la rotura de una fase en el tramo del Villicum. Desde el EPRE dijeron que debido a las heladas se formaron picos de hielo que por el peso cortaron el cable de esta fase. A las 10,30 de ayer se restableció el servicio.

Eva Sombras, de las cabañas Los Lazos, en Iglesia, pasó la noche en vela. Se encargó de tener agua caliente todo el tiempo para que los huéspedes tomaran café cuando quisieran para soportar el frío. “Sólo tenemos calefacción eléctrica así que tuvimos que buscar más frazadas y distribuirlas en las cabañas. La gente no se quejó porque entendió que la falta de luz no era una responsabilidad nuestra”, dijo la mujer.

En tanto que los turistas alojados en Los Capayanes, también en Iglesia, además del frío tuvieron que enfrentar el inconveniente de la falta de agua caliente, ya que en este complejo los calefones son eléctricos.

La situación fue similar en los hospedajes de Valle Fértil. Marta Argeñarás, de cabañas Doña Marta, dijo que a las 2 de la madrugada tuvo que rogarle a un comerciante que le vendiera velas para repartirlas entre los huéspedes para aminorar las molestias ya que tampoco tenían calefacción ni agua caliente.

Por su parte Oscar Pastén, de cabañas Los Álamos, en Calingasta, además de darles más frazadas a los huéspedes puso su auto a disposición para que pudieran cargar sus celulares. “Lo hice porque algunas personas querían comunicarse con sus familiares y no tenían carga. Por suerte la gente entendió y no hizo mayores reproches”, dijo el hombre.

Sólo en uno de los hospedajes de Jáchal los reclamos fueron más intensos. Fue en el hotel San Martín donde uno de los huéspedes les pidió a los propietarios que le reintegraran lo que abonó por el alojamiento. “Le explicamos que el corte de luz no era una responsabilidad nuestra y que no podíamos devolverle el dinero porque además ya llevaba un par de días en el hotel. Se enojó y se fue. Se robó un linterna y hasta los focos de la habitación”, dijo Ana Barreiro, la propietaria del lugar.