La clase política afrontará duros desafíos en el 2014, un año en el que comenzaría a discutirse la próxima etapa, y tal vez hasta el modelo de país que prevalecerá en la Argentina desde el 2015 en adelante. Cristina Fernández enfrenta un doble reto: evitar cualquier nivel de conflicto económico y social para transitar de manera ‘estable‘ su penúltimo año de gobierno y alimentar, sin herir de muerte al PJ, la continuidad del kirchnerismo.

El problema político de la Presidenta en 2014 reside en encontrar el equilibrio necesario para no permitir que un dirigente peronista se convierta en figura pero tampoco para sepultar las posibilidades del PJ de seguir gobernando más allá del 2015. La principal batalla de la Jefa de Estado, además de pilotear la economía de manera tal que no se desmadre hacia alguna minicrisis en materia inflacionaria y/o de empleo, será conservar el poder. Pero la única manera de que el poder no se le escurra como arena entre sus manos es que los eventuales aspirantes presidenciales del PJ sigan dependientes del gobierno y no ganen autonomía. Está claro que anida en muchos dirigentes del PJ -no kirchneristas- el objetivo de armar una ‘gran interna‘ en las PASO del 2015 y avivar a las huestes peronistas para que continúen en el redil. Una interna con Jorge Capitanich, José Manuel de la Sota, Daniel Scioli, Sergio Urribarri y hasta José Luis Gioja si logra recuperarse antes. ‘Nosotros no tenemos que irnos a ningún lado, ni con Massa ni con Macri, porque acá, en el PJ, se abren muchas vacantes para todos cuando haya que ocupar la Presidencia y la gobernación bonaerense‘, razonó un experimentado operador peronista que ha servido al menemismo, al duhaldismo y al kirchnerismo.

Este mensaje perjudica, en particular al proyecto de Sergio Massa. Ocurre que la esperada ‘fuga‘ de dirigentes del FpV al Frente Renovador, tras su victoria en las elecciones del 27 de octubre, nunca ocurrió. La ventaja de Massa es que nunca se lanzó a la presidencia, y aún sigue apostando a la división en el peronismo que le permita recoger heridos. Sin embargo, el precio puede ser muy alto: si el PJ va unido a las elecciones del 2015, Massa deberá replantear sus ambiciones o bien aliarse con el PRO, como ocurrió en la provincia de Buenos Aires, en los comicios legislativos. Pero el macrismo por ahora tiene en claro, aunque en política no hay certezas hacia adelante y sus expectativas podrían chocar con otra realidad, que la candidatura presidencial de Mauricio Macri no es negociable y, a partir de esa premisa, está abierto a alianzas o acuerdos electorales. El desafío del PRO es poder instalar con cierto nivel de aceptación a María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires. La tarea es titánica, ya que Vidal necesita primero ganar en conocimiento por parte de los bonaerenses y luego, ser una figura que traccione votos a través de Macri. El PRO apuesta a que la sumatoria de ‘buenas elecciones‘ en los principales distritos como Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Capital Federal le permita llegar a una segunda vuelta. No siempre en política 2 mas 2 es 4, pero sí hay oportunidades para todos y, como en el fútbol, la política es capaz de dar vuelta el resultado mas obvio. El año de los desafíos también marcará a fuego la proyección de la centroizquierda que en la actualidad refleja una heterogeneidad peligrosa: Hermes Binner, Margarita Stolbizer, Ernesto Sanz, Julio Cobos, Elisa Carrió y Fernando ‘Pino‘ Solanas, no representan a los mismos segmentos sociales, ni estos son complementarios. Si bien el principal desafío será replicar el armado santafesino, a nivel nacional, el otro será ‘depurar‘ el espacio, para que las diferencias y probables contradicciones no lo acerquen al pasado indeseado: la Alianza UCR-Frepaso. Tiene por delante la posibilidad de otorgarle coherencia a un espacio que en los últimos años se caracterizó por contradicciones. Habrá que observar, a cada uno de los actores, que rol asume en el 2014 en el escenario del Congreso Nacional.