El pasado 15 de octubre se celebró el día de la “Mujer Rural”. No quería dejar pasar por alto la importancia del rol de la mujer en el ámbito vitícola. Partiendo de la base que en nuestro país gobierna una mujer (aunque les pese a algunos, incluida mujeres) no es casual el rol que las damas argentinas están teniendo no sólo en la toma de decisiones políticas, sociales y económicas, sino en el plano de la producción agrícola. La designación de la ingeniera argentina Claudia Quini como primera mujer que ocupa la presidencia de la Organización Internacional de la Vid y el Vino es muestra de ello. Celebro que así sea. La mujer es líder en todos los roles de la vida, motivadora y no olvida ser madre. En general las mujeres son buenas conductoras, más aplicadas, más tenaces y también pelean más los precios.
El nivel de participación de las mujeres rurales en la producción agrícola en Argentina es aproximadamente del 20%, proporción que puede haber aumentado en los últimos años debido a las necesidades económicas. Las mujeres que aparecen como ocupadas de la rama agraria son trabajadoras familiares sin remuneración, empleadas u obreras del sector privado y trabajadoras por cuenta propia.
El proyecto de integración de pequeños productores a la cadena vitivinícola (Proviar) tiene entre sus objetivos mejorar la rentabilidad y estabilidad de los ingresos de estos productores para lograr una mayor y mejor integración de los mismos.
Como la mujer participa en muchas tareas de la vitivinicultura pero no ha sido valorizada de forma acorde a su aporte, un estudio realizado por Mabel Alcira Saiz sobre “Transversalización de Perspectiva de Género” realizado en Proviar explica que incluir a la mujer amplía las oportunidades económicas logrando mejoras en la productividad y la competitividad como consecuencia de su aporte.
Las pequeñas productoras que conforman Proviar en el país son 796 y representan el 34%. Las productoras se ocupan principalmente del desbrote, atado, plantación y sus cuidados, replantes, vendimia con o sin su grupo familiar, despuntes, envoltura, pago de jornadas y entrega de fichas, administración hogareña y en la bodega. También las mujeres realizan el empaque de uva de mesa en verano en San Juan y se ocupan del riego automático, presurizado o mecanizado. Los problemas principales de las pequeñas productoras son la movilidad, la falta de centros de salud, la falta de formación y de conocimientos técnicos y acceso al crédito. A ello se suma, la restricción del tiempo por tareas del hogar, escasa participación en reuniones por sentirse discriminadas y falta de integración en los grupos por no ser consideradas.
El estudio de Saiz indica que a nivel institucional persiste ausencia de mujeres profesionales en la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) conformada por 18 miembros, en las instituciones que participan en las decisiones del PEVI y de Proviar, en la Asociación Ad Hoc de Pequeños Productores así como en el Comité Ejecutivo de Pequeños Productores (CEPP) que es el organismo máximo de decisiones. Solamente la gerente general de Coviar es mujer.
La Unidad de Ejecución del Proviar está conformada por 60% de personal masculino y 40 % femenino. Si bien la participación de las mujeres es importante, no lo es a niveles de decisión y ejecución. Las productoras incluidas en el proyecto adquieren sentido de pertenencia al sistema productivo y un mejor control de fondos. La innata habilidad de las mujeres para la gestión documental les permitió no sólo acceder y gestionar en el Proviar, sino que les abre nuevas oportunidades para solicitar créditos en otras agencias al poseer todos los documentos requeridos.
