Por María Alejandra Araya (docente y escritora)

La influencia de los medios audiovisuales de comunicación es cada vez más profunda. No es exagerado afirmar que las imágenes invaden y dominan la vida cotidiana, estimulan, determinan o condicionan comportamientos. La cultura de los medios ha colonizado el tiempo libre de los jóvenes y se han transformado en el consumo más importante de la actualidad, tanto que su seducción es infinitamente mayor que la que ejerce el libro.

Por eso, leer a través de otros soportes, desde la cultura de la imagen, es abrir una ventana que de algún modo conecte el adentro con el afuera. Hay múltiples miradas que se conjugan para hablar de la lectura. Leer desde la cuna, leer en libros o en pantallas, leer la tiza en el pizarrón. El recorrido que elija el lector es válido para transitar otros mundos que lo ayudarán a construir creativamente su propio sentido crítico para alternar con la seducción de las imágenes fugaces de lo inmediato.

Además el nuevo lector es un sujeto cognitivo que accede a nuevos géneros discursivos: e-mail, chat, web, videoclips mediante la hipercodificación. Esto le permite procesar en simultáneo varios sistemas de signos a través de una serie de indicadores semióticos en un lapso de tiempo extremadamente breve.

Estamos frente a un gran cambio, un reacomodamiento donde se ganarán y perderán cosas. Creo que hay que ser concientes del cambio, mirarlo de frente, no maquillarlo, no ponerle máscaras. Ese es el desafío.