Entre debates de todo el mundo y el Manifiesto de San Juan que recorrerá cuanta reunión de este tipo se haga en el planeta en los próximos años, el V Congreso Mundial por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia dejó sentencias, proyectos o cuestiones declamativas, pero también dejó reflexiones. Hubo una conferencia particularmente interesente no sólo por el nivel de la expositora, la española Lourdes Gaitán, de la Universidad Complutense de Madrid, sino también porque abrió un debate sobre algo que se pensaba pero que no se decía abiertamente: hacer un congreso mundial de los niños sin la participación de los niños.

Y no se habló de hacerlos participar paralelamente, como en San Juan pasó con VI Congreso de los Niños, sino de incluirlos directamente en los Congresos Mundiales por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia. ‘Siento que estamos hablamos a sus espaldas’, autocriticó la socióloga española en una conferencia, sin medias tintas y justo en medio del contexto en el que los expositores reclamaban la participación de los niños en la vida adulta, como indica la Convención por los Derechos del Niño.

Pero cómo hacer que esos niños puedan ser parte de debates profundos, de charlas con complejos conceptos e internalizaciones que son propias de un desarrollo académico adulto, sin que esa propuesta no aparezca cuasi demagógica. Para Gaitán, hay que experimentar.

Si bien reconoció que no sabe si es eso la solución, consideró que realizando una apertura de los niños a la misma comunidad científica y política que durante cinco días debatió por los derechos de la infancia y la adolescencia puede considerarse un primer paso.

Una ONG mendocina, llamada La Veleta y La Antena y cuyos niños se identificaron con remeras rojas durante el Congreso, reclamó (casi pasando desapercibida por los medios) precisamente un espacio para ser parte de la cita mundialista. En una carta que dieron a conocer, pidieron que en este tipo de actividades que convocan a referentes mundiales y nacionales, se produjera un quiebre y que se pasara del paradigma de la protección al paradigma de la participación infantil.

Otro dato que reafirmó este desafío pendiente es que la Convención por los Derechos está a punto de cumplir 24 años y el Manifiesto de San Juan reconoció que necesita ser adaptada y actualizada a las realidad actual. Además, uno de los pedidos más enérgicos que realizaron los 1.400 chicos de todo el país que participaron del 1er Congreso Nacional y 6to Congreso Provincial de Niños y Adolescentes fue el de ser realmente escuchados y que no se los subestime. O mejor, que de la declamación se pase a la inclusión, del dicho al hecho.