El acierto y sabiduría de los pueblos nos permite en un parangón constructivo valorar con sobrados ejemplos los resultados de la historia. Un viejo apotegma anuncia que "las sociedades deben adaptar su montura al caballo de la evolución”. La provincia de San Juan, tan castigada por accidentes fenoménicos inherentes a ella, también ha soportado en su tránsito la desidia y hasta el desatino de las dirigencias en ciertos períodos oscuros de su historia. De los tiempos vividos y el anhelo por venir, el hombre descubre que entre la racionalidad y los hechos está siempre latente el equilibrio que la Creación otorga a la propia vida. La profética historia de las "siete vacas flacas y las siete vacas gordas”, nutrió el antiguo Egipto debido al tino y previsión que salvó a toda la región, beneficiando a otros pueblos, por las medidas oportunas de sus gobernantes que permitió sentar las bases de riqueza para la futura magnificencia y fastuosidad de su imperio.

San Juan tiene en frente de su inteligencia una puerta accesible que se agiganta en la cosmovisión de un futuro que debiera aprovecharse intensamente. Negar esta realidad tangible orilla la necedad o el interés inconfesable enquistado en la aviesa política cuando se confunde lo partidario con el sentido y orientación trascendente del bien común. En ese marco de la existencia, cuando el camino se bifurca, el sentido común nos ofrece la posibilidad de asirnos a la eminencia política de esa enaltecida señora a la que Jean Bodín llamó "princesa de las ciencias”. En esta referencia no ha sido fácil encontrar la palabra esclarecedora desde la tecnocracia ni desde conspicuos analistas políticos y económicos abigarrados en sus centros de estudios donde prodigan teorías demasiado abstractas para una disciplina que sorprende por su complejidad, y aunque no lo sostengan ciertos estudiosos embadurnados, la teoría suele esfumarse cuando se aleja de su naturaleza, constructora de una lógica que exige el enunciado de la teoría conforme a esa naturaleza. No sólo los supuestos enlodan el camino, sino también las elucubraciones que con apariencia coherente incorporan riesgos inadmisibles para las sociedades, inculcando un sistema desde el autoritarismo, sin apreciar la valoración humanista y racional de que la economía sirve al hombre donde está esa sociedad que le nutre, perviviendo con la comunidad que le instala en el camino natural constructor del destino común.

La provincia superó con creces la etapa del crecimiento económico -que siempre es parcial-, con la característica de que existen muchos otros factores correlacionados estadísticamente con el bienestar socio-económico, siendo el PIB per cápita, sólo uno de estos factores. Rasgos sobresalientes, como el mayor consumo de energía, merecen ser destacados. También la producción de bienes y servicios, el ahorro y la inversión con una balanza comercial visiblemente favorable. Estos parámetros no son sólo indicadores sino que -además de ser parte de un crecimiento dirigido en el marco de una determinada estrategia política-, pueden medirse hoy con resultados auspiciosos, al punto que en la naturaleza de ese crecimiento, se ha generado un tejido en las más variadas direcciones transversales cubriendo el espacio de un tramado integrador de toda la actividad del hombre sanjuanino, lo que significa que la provincia discurre con un idóneo y natural envión, al que solamente un infortunio podría frenar el derrotero hacia su desarrollo integral e inclusivo. Una característica auspiciosa se empalma en un San Juan donde apareció el rol de la empresa, protagonista avasallante de la nueva etapa, en la consideración de que el mejoramiento de estos indicadores debería llevar, teóricamente, a un alza en los estándares de vida de la población. Los nuevos emprendedores no sólo están en el área comercial o económica, sino que es la mentalidad empresaria la que prolifera en las más variadas y distintas disciplinas y espacios donde se desenvuelve la actividad del sanjuanino, por ese tramado que conecta e inter relaciona todo con todo. Expresado de otro modo, ocurre que el desarrollo es factor desencadenante y movilizador que pone en acción una dinámica integradora del todo. Este curso dinamizador que vivirá la provincia ya involucra a una amplia región desde el desarrollo con inclusión integral de una sociedad ávida por encolumnarse en la energía superlativa del hacer. Quienes no lo vislumbre, perderán la oportunidad de ser protagonistas. El efecto igualmente impulsará el acoplamiento a un tren que naturalmente pretende cargar todos sus vagones. Sigue latente la esperanza de contar con una administración pública acorde a esta realidad imperante del siglo XXI sanjuanino.

Funcionalidad y dinámica son requerimientos para la nueva acción, que debe nutrirse de la prédica que haga posible comprender que la inclusión inherente a la criatura humana se sostiene en su propia dignidad.