Cristina no pudo contener el llanto y la conmoción la invadió. En el último día de la dolorosa despedida de su esposo, Néstor Kirchner, a la presidenta se la vio ayer mucho más quebrada que el jueves, cuando pretendió, quizás, presentarse entera ante un país que la contemplaba. Ante tanta emoción contenida, se abrazó en varias ocasiones con los ciudadanos que asistieron al velatorio en la Casa Rasada para dejar el más sentido homenaje y pedirle a gritos "fuerza" para seguir gobernando.
La jefa de Estado llegó a las 10 al Salón de los Patriotas Latinoamericanos, donde el féretro permaneció dos horas más para darle tiempo a miles de seguidores que querían despedir al ex presidente. Como el día anterior, se ubicó al frente del cajón, con anteojos negros que no lograron disimular las repetidas veces que su rostro sintió el fuerte impacto de la pérdida más dura que le tocó vivir. Uno de los momentos más emotivos fue cuando un hombre que dijo ser dirigente rural, agradeció a viva voz a Néstor por haber sido "el presidente que más rentabilidad le dio al campo". Ella se emocionó hasta las lágrimas cuando el dirigente se detuvo frente al vallado que lo separaba del ataúd y afirmó que desde que el matrimonio gobierna Argentina "nunca más se remató una hectárea en el país". Cristina se inclinó llorando sobre el cajón de su esposo y se acercó luego a abrazar al hombre. Para la presidenta, que estuvo acompañada en todo momento por sus hijos, Máximo y Florencia, el tramo final del velatorio fue una catarata de fuertes emociones. La congoja se derramó en su cara cuando un payador ingresó guitarra en mano y cantó la marcha peronista, e improvisó unas rimas con el remate de "Kirchner está presente". También con el cuerpo sirvió al ex presidente Kirchner durante su gestión, que con llantos le rindió un homenaje, lo que hizo llorar también al jefe de Gabinete. En un desfile incesante, trabajadores de la construcción le alcanzaron a la presidenta un casco amarillo que fue puesto sobre el ataúd y una vendedora de la Lotería Solidaria le pidió con gritos y gestos que siga adelante. También se vio a un hombre con un cartel que decía "Néstor" en la remera, y una vincha. Sin sosiego posible, la mandataria se tocó el corazón o, en algunos casos, se acercó para abrazarse. Cada tanto, surgieron aplausos, por lo menos una vez se cantó el himno nacional, y varias veces surgió la marcha peronista. Jóvenes identificados con la JP le brindaron su apoyo y lanzaron una especie de advertencia de cara al nuevo panorama político que se abre con la desaparición del hombre que articuló la estructura de poder que la contiene: entonaron "Che gorila, che gorila, te queremos informar, si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar". "Kirchner no se murió, Kirchner no se murió, vive en su pueblo, la reputa madre que lo parió", completó el grupo. En esa línea, otros muchos cantaron "Cristina corazón, acá está tu pueblo para la liberación" y pidieron "Borom bom bon, para Cristina, la reelección".
Ella dio una señal de entereza. Entre tanta tristeza y conmoción por el adiós al compañero de toda la vida, le hizo saber a sus colaboradores que rápidamente volverá a tomar el timón desde Olivos (Ver El lunes…), en sintonía con los miles se seguidores que le pidieron que no baje los brazos y que se recomponga lo antes posible para seguir marcando el rumbo que inició Kirchner en 2003.
