En los primeros pasos de la relación de quienes dejan atrás la adolescencia para enfrentarse con el mundo laboral, parece estar ausente este rasgo de buen inicio. Los jóvenes son quienes más sufren dificultades para su inserción en un trabajo y cuando logran ese objetivo, están más expuestos a la vulnerabilidad.

La crisis financiera mundial, que estalló en septiembre de 2008, ha tenido agudo impacto entre los más jóvenes. Las tasas de desempleo juvenil han trepado de modo vertiginoso. En Estados Unidos subieron del 11,1% en 2007 al 19,1% en 2009, casi duplicando la elevada tasa general. Los jóvenes con recursos se han refugiado en continuar estudios llevando a cifras récords los aspirantes en las universidades, aunque muchos han quedado fuera de la escuela y del trabajo. En ese estado se encuentra uno de cada 4 en la población masculina de color.

En Europa el desempleo joven creció en cuatro millones entre 2007 y 2009, y ahora es de 15 millones. La media de desempleo juvenil europea subió del 13,2% en 2007 al 18,4% en 2009. En diversos países supera el 25% de la población joven, entre ellos Eslovaquia, Hungría, Irlanda, Grecia, España e Italia. Buscando eludir las protecciones legales, aumentó el trabajo temporario con beneficios mucho menores para los jóvenes. Por su parte, los jóvenes latinoamericanos fueron uno de los más afectados por la crisis. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el año pasado dejó a otros 600.000 jóvenes sin empleo, elevando el total regional a 7 millones de jóvenes desocupados.

La tasa de desempleo juvenil duplica o triplica en diversos países las tasas promedio. Sólo un 10% tiene un contrato estable. Cerca de 30 millones de jóvenes trabajan en actividades informales, con frecuencia con salarios menores al mínimo. El 65% no tiene seguro de salud. Una de las cifras más preocupantes es que según las estimaciones de la OIT, uno de cada cinco jóvenes ha quedado totalmente excluido, fuera del sistema educativo y del mercado del trabajo.

Se hace necesario multiplicar iniciativas para ellos, enfatizando planos como la inclusión laboral, con capacitación, la lucha contra la deserción escolar, la elevación de su autoestima. Se requiere que las políticas públicas, las empresas y la sociedad les tiendan una mano.