Le cuesta más adentro que afuera a Mauricio Ibarra echar a rodar su pretensión de ocupar el trono opositor en la provincia, al que considera vacante.

Entiéndase por adentro a sus propios socios, los que ha ido cosechando a medida que tomó distancia de su cuna giojista. Y en especial el más importante, Roberto Basualdo, con quien pareció mimetizarse en las coincidencias evidentes que se fueron encontrando y con quien se ha ido desdibujando hasta llegar a hoy: frío, distancia y cuestionamientos mutuos por lo bajo.

Es amplio y variado el abanico opositor provincial que busca quedarse con las voces críticas al Gobierno y desde allí plantearse un trampolín al desafío de la conquista del poder. Hay peronistas desencantados, hay radicales orgánicos y rebeldes, hay cruzadistas y bloquistas viejos y nuevos, hay socialistas, lilitos y margaritos.

Los une la ilusión de poder hacer fuerza juntos y así desplazar a Gioja y sus herederos, y los separan infinidad de visiones, metodologías o internas eternas, aún antes de arrancar: entre los peronistas anti G, entre radicales y colombistas, entre referentes nacionales y hasta entre los propios macristas.

En ese maremagnum, Ibarra se propone encabezar la locomotora, como lo demostró con un virtual lanzamiento a gobernador la semana pasada cuando dijo en una radio que "yo voy a hacer Agua Negra", inconfundible señal de que será al menos candidato a gobernador: desde otro lado no se puede hacer semejante obra.

Desde esa certeza se propone ir enganchando los vagones de la larga lista de siglas partidarias que buscan un candidato. Y allí está el primer problema que se encuentra: Roberto Basualdo, el principal referente opositor de la provincia, con quien juega a un juego de amor-odio repleto de necesidades y también de discordancias en los temas más picantes.

Basualdo e Ibarra son el eje sobre el que pivotea el armado opositor, y esa relación aparece hoy fisurada tanto en la intimidad como en el contraste de los temas que abordan.

La actividad minera y la reforma electoral en la provincia fueron dos temas en que las visiones de ambos dirigentes encontraron chisporroteos indisimulables, que dificultan el avance de un discurso opositor unificado. En ambos casos, la discordia nació en la acción de los legisladores basualdistas en la Legislatura provincial, abiertamente opuesta a las decisiones de Ibarra en el Congreso Nacional.

Sobre la actividad minera, Ibarra fue el más decidido de los legisladores nacionales en fogonear la ley de glaciares impulsada por Bonasso, que se terminó comiendo a la que aprobó el Senado por proyecto de Filmus y que pone en jaque a la actividad minera en la provincia.

Esa misma semana en que se produjo la curiosa "unificación" de proyectos por capitulación de Filmus, la provincia apretó el acelerador para aprobar una ley que regule los glaciares provinciales y suponga destino de litigio con la ley que saldrá del Congreso. Ibarra, lógico, rechazó el intento en la provincia pero esa ley terminó saliendo por unanimidad, con la aprobación en pleno del bloque basualdista provincial.

Ese incidente terminó haciendo arder el acercamiento entre Ibarra y el basualdismo, plagado de desconfianzas mutuas. No comprende aún el ex intendente de Rawson que Basualdo le diga que él no maneja a Campos, Gazzé y compañía (los que conducen el bloque basualdista en la provincia).

Hace su juego el senador y nadie puede suponer que los movimientos de su gente en San Juan son absolutamente autónomos. E incluso había anunciado que no votaría por la ley salida de Diputados votada por Ibarra, porque él mismo votó en el Senado la de Filmus antes de ser reformada, aunque esta semana anunció que sí lo hará.

Aquella semana de la doble sanción de leyes sobre glaciares en la Nación y en la provincia, Ibarra también había tenido fuertes diferencias de criterio con sus otros socios: el macrismo. En el propio recinto, mientras Ibarra fogoneaba la ley Bonasso, Federico Pinedo -un hombre del PRO muy cercano a Macri- pidió la reforma del artículo 2, que designa el ambiente periglaciar y que es la clave para la actividad minera. Pinedo se definió prominero y dijo que no puede impedir que la actividad se desarrolle, por lo que pidió la reforma del artículo. Como fue rechazada, votó contra ese artículo, mientras Ibarra votó a favor.

La pulseada Ibarra-basualdismo volvió a decir presente el día de la aprobación en la Legislatura provincial de la reforma electoral, presentada por el gobierno como reforma política pero que no es más que un entrelazado de fechas para ir a votar. Ibarra y el resto de los que forman el arco opositor provincial habían solicitado modificaciones de fondo, pero el proyecto volvió a ser aprobado….por unanimidad.

Quiere decir eso que levantaron la mano no sólo los legisladores del oficialismo sino los de la oposición, que son todos del bloque basualdista porque el bloquismo vota en sintonía con el Gobierno. Nuevo entuerto entonces entre esos legisladores e Ibarra, quien nuevamente se sintió desairado y descolocado entre las consignas que se dicen y las que se hacen en la congregación opositora.

Por esa razón el rawsino se encuentra hoy en una disyuntiva importante: creerle o no a Basualdo, avanzar juntos o no. Entre ellos tienen buena relación, pero claras diferencias de métodos y de visiones: mientras Ibarra trata de no desaprovechar ninguna ocasión para castigar duro al Gobierno provincial, Basualdo mide más las consecuencias y se mueve con más cautela. ¿Conseguirán disipar esos nubarrones sin que la sangre llegue al río?

Por ahora, está cortado el vínculo entre el rawsino y todo lo que sea basualdismo que no sea el propio senador. Prefiere Ibarra recostarse en Wbaldino Acosta, con quien camina la calle y siente hablar el mismo idioma. Aunque Acosta tiene una interna importante dentro del PRO con Hugo Ramírez, quien justamente se lleva bien con Basualdo.

La otra pata en esta historia es Rodolfo Colombo, un dirigente que parece estar jugando un rol de contención entre Ibarra y Basualdo y que ya ha tenido un pasado movido con el senador.

Cómo hacer para borrar esos gruesas diferencias entre todos los condimentos de este espacio opositor, es la gran pregunta del millón en el sector que aún no encuentra respuesta. La alternativa es romper el bloque antes de que fragüen los ladrillos con que construyen la pared.

Para Ibarra, no es poca cosa ir o no ir junto al basualdismo en las próximas elecciones. Independientemente de que sea o no candidato, el senador sigue siendo el dirigente mejor posicionado de la oposición, y dispone además de una generosa red política consistente en dirigentes en varios departamentos, precisamente lo que no tiene Ibarra en su intento de encabezar al sector. Además de un piso electoral nada despreciable.

Es natural entonces que imponga sus condiciones y les marque la cancha a los que buscan hacer uso de esa estructura. O que se constituya en el factor aglutinador de una oposición integrada por expresiones demasiado diferentes.

Al último encuentro entre la casi totalidad del arco opositor que convocó Roberto Basualdo en sus oficinas se sumaron dirigentes desacostumbrados en estos convites -que ahora fue secreto y sin foto-, como Alfredo Avelín Nolléns. No fue Ibarra, pero mandó un emisario, aunque los nuevos habitantes parecen haber desbordado la capacidad de tolerancia del rawsino. "No voy más", cuentan que dijo. La historia continuará.