“The Falkland War” es el nombre de una de las salas más impactantes del Historic Dockyar Museum, que está en Stanley y que cuenta la historia del lugar. En esta sala, ambientada con colores oscuros, fotos en las paredes y una pantalla en la que se proyecta un documental sobre la guerra de 1982, queda plasmada la otra mirada. El conflicto tuvo dos bandos y los isleños, que ya habían sufrido los azotes de dos guerras anteriores (las mundiales de la primera mitad del siglo XX), quedaron atrapados. A través de los ojos de quienes entonces eran niños, la proyección cuenta la otra historia.
Chicos que miran a través de las ventanas cómo los soldados invadieron sus calles. Madres que caminan entre las tanquetas verdes que ocuparon todo el pueblo. La imagen más desgarradora es la de una cincuentena de mujeres, niños y hombres hacinados en una iglesia de Goose Green (Ganso Verde), una de las estancias que tiene el gobierno isleño a 110 kilómetros de Stanley.
En 1982 vivían allí unas 60 personas que fueron tomadas como prisioneros por los argentinos y colocadas en lo que entonces era la iglesia del pueblo, por más de 40 días. Las fotos del museo que muestran la escena, son desgarradoras. Gente amontonada en el viejo salón de madera, niños en el piso y un solo baño. Según contó Marcelo Olmedo, un chileno que vive en Malvinas desde hace una década, eso provocó una herida muy profunda en los habitantes. El sitio parece un pueblo fantasma. Cuando las combis con turistas (la mayoría de las veces son excombatientes), entran por las calles de tierra rodeadas de gansos salvajes que deambulan lanzando graznidos que se mezclan con el viento, nadie sale de sus casas. De entrada, se aclara a los visitantes que no pueden dispersarse porque no son bien recibidos por los lugareños. Lo que era la iglesia se transformó en un club social, pero la estructura se mantiene casi intacta. A pocos metros hay enormes galpones negros que son usados para la esquila de ovejas. Hace 34 años, fueron usados para alojar a los prisioneros argentinos luego de que los ingleses llegaran a las islas. Entonces no estaban pintados y en el techo y en el frente había una inscripción que decía que allí había prisioneros de guerra.
Durante el conflicto murieron 649 argentinos y 255 británicos. Además hubo 3 isleños fallecidos, según los registros oficiales. Stanley cambió rotundamente después de la guerra. A primeras horas del 2 de abril de 1982, según contó un isleño, los despertó el sonido de granadas y ametralladoras. Fue cuando los argentinos atacaron el cuartel de los Royal Marines. Los registros de la época indican que a los habitantes se les dio la orden de quedarse dentro de sus casas.
Para los isleños, abril no es sinónimo de celebración. Dicen que no hubo vencedores ni vencidos, sólo víctimas. Mary, una isleña que habla a la perfección el castellano porque fue educada en Uruguay, contó que ningún isleño tiene buenos recuerdos de la ocupación argentina. De repente, tuvieron que escuchar radio en un idioma desconocido para ellos, no podían salir libremente, empezaron a manejar por la derecha, en vez de la izquierda, que es el sentido en el que se conduce en Inglaterra. Pero, “luego de la guerra, Gran Bretaña y el mundo nos empezaron a ver de otra manera y llegó el progreso‘, coinciden los isleños.
