Una cama de hierro construida por sus hermanos y que además de las patas tiene soportes de madera, es el lugar donde Víctor Hourquebie, de 36 años, pasa todos sus días desde hace más de un mes. Es que el constante aumento de peso lo llevó a tener más de 350 kg y ya no puede ni mover sus brazos para tomar un vaso de agua. Su familia se encarga de higienizarlo y darle té o yogurt porque no quiere comer ya que se siente deprimido.

Víctor vive en una humilde casa en el Lote Hogar 53, en Rivadavia. Y hace poco más de un mes la vida de Víctor cambió totalmente. Antes, con un poco de dificultad caminaba y hasta hacía natación para bajar de peso. Según su mamá Rosalinda, desde chico hizo muchos tratamientos para adelgazar pero nada le dio resultados. ’Hace dos años estábamos muy felices porque había logrado bajar 140 kilos. Sólo le faltaban 50 kg para tener un buen peso’, dijo la mujer. Pero nunca alcanzó a cumplir ese objetivo porque tuvo una trombosis en una de sus piernas, por lo que tuvo que dejar de hacer ejercicios por un tiempo.

Cuando decidió retomar la actividad física no consiguió nadie que lo quisiera trasladar debido a su tamaño. La madre contó que los remiseros le querían cobrar tres veces más cara la tarifa por si se les rompía algo del auto. Esto le jugó en contra y Víctor se deprimió y volvió a engordar. Hace un año fue la última vez que se enfrentó a una balanza y ésta indicaba que pesaba 280 kilos, por eso los enfermeros estiman que ahora pesa más de 350.

El sobrepeso le causó varios problemas de salud. Antes caminaba tomado de las paredes, pero ya no puede ni cambiar de posición en la cama. Además, le cuesta respirar y tiene apnea durante las noches (cese completo de la señal respiratoria de al menos 10 segundos de duración), por lo que su madre, cada tanto, se levanta para controlarlo. No puede orinar con frecuencia, hay veces que pasa dos días sin hacer sus necesidades. Y hasta se llenó de hongos y paspaduras por estar tanto tiempo en la misma posición. Aunque su madre se desvive por atenderlo dice que no da a basto para evitar las escaras del cuerpo de su hijo. ‘Tiene crema para las manos, los pies, y para las distintas partes del cuerpo’, dijo Rosalinda y contó que todos los días, a primera hora de la mañana, lo limpia por completo. ’Me tienen que ayudar a moverlo porque sola es imposible’, dijo mientras acomodó el ventilador que funciona las 24 horas del día sin importar que haga frío. Es que Víctor siempre tiene calor y necesita aire para respirar.

OTRO DILEMA

Sumada a la difícil tarea que significa vivir con obesidad mórbida, Víctor se siente deprimido. ’No quiero ser más una carga para mi familia. Me gustaría volver a caminar y ser independiente’, dijo el hombre y aseguró que nunca notó que su vida empeoraba.

Ante el constate deterioro de la salud, Rosalinda dijo que buscó ayuda para internarlo. Es que tienen que tomarle seguido la presión, la temperatura, el ritmo cardíaco y el oxígeno. Por eso cada tanto una ambulancia lo va a ver, sin embargo, ella quiere que lo internen para poder estabilizarlo y para que le ayuden a bajar de peso para que vuelva a caminar. Pero, dijo que no hay una cama para que lo puedan dejar internado. Víctor tiene PAMI pero le dijeron que sólo le podían conseguir una cama en el Hospital Rawson, pero allí no tienen dónde ponerlo. ‘Éste es otro problema, si mis hijos se ofrecieron a hacerle una cama pero no hay lugar en donde él entre’, dijo. Es más, Rosalinda explicó que además no saben cómo trasladarlo porque una camilla común no lo soportaría y además tienen que romper la pared de la casa para poder sacarlo del dormitorio con una grúa. ’Lo tienen que levantar con mucho cuidado porque se puede quebrar entero’, dijo la mamá y pidió ayuda entre lágrimas.