Mientras se espera que 2010 sea un año de recuperación para la actividad económica, la generación de empleos en este período parecería que será modesta. Dado que se estima que más gente se incorpore en el mercado laboral, sólo por el crecimiento natural de la población, la Argentina llegaría a fines de año con un nivel similar de desempleo al de los últimos meses de 2009: de entre el 10 y algo menos que el 12% de la población activa. La tasa de creación de empleos en el presente año se ubicaría entre el 1 y el 2%, lo que implicaría un saldo de entre 150.000 y 300.000 puestos más que los actuales, para diciembre próximo.

Son varias las razones por las que el mercado laboral mostraría una lenta dinámica. Por una parte, está el hecho de que en el sector formal de la economía muchas empresas decidieron no actuar rápidamente produciendo despidos frente a una caída de su producción, por lo que el repunte las encontró con personal y horas de trabajo disponibles para ampliar las tareas. Otro motivo es que los sectores que más avanzarían este año no son los que más generan puestos de trabajo. A eso se suma el impacto que generan las expectativas económicas en el mediano plazo, en cuanto a las dudas sobre la sostenibilidad en el tiempo de los signos positivos.

Por otra parte, el alza del costo laboral actúa como un freno a una posible mayor creación de puestos, dada la suba de salarios que buscó acompañar a la inflación real, más elevada que la reconocida oficialmente en los datos del cuestionado Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). La crisis de este organismo también llevó a descreer del propio dato del desempleo. El índice oficial del tercer trimestre 2009 fue del 9,1%, con una tendencia en alza. Además, se admitió una suba de la tasa de subempleo, es decir, de personas que trabajan menos de 35 horas semanales, lo cual refleja mayor incidencia de los puestos informales, y muchas veces precarios, en el conjunto de los empleos.

Frente a un Estado lento, torpe o ausente en cuanto a políticas de empleo hacia los sectores informales y las economías comunitarias de subsistencia, en la inocultable sociedad del 30% más pobre de la población, sólo el 14% de los trabajadores cuenta con un empleo legal, al que pueden calificar como seguro. Lamentablemente, un porcentaje similar lo perdió durante la crisis, sin que nunca les llegaran las inversiones sociales, las políticas de subsidios ni los programas de empleo condicionados a lealtades político-institucionales.

De tal modo que hasta el miedo a perder el empleo es para los trabajadores más vulnerables, un pobre privilegio.