Los 40 grados de calor no impidieron que los especialistas trabajaran sin descanso, y hasta en plena siesta, para recuperar todos los huesos y cualquier objeto que pudiera aportar datos sobre su procedencia. Se trata de los restos óseos que, el viernes pasado, encontraron los empleados de una empresa telefónica que realizaban trabajos de cableado subterráneo en la vereda de calle Santa Fe, llegando a Avenida Rawson. La remoción demoró casi 10 horas, ya que se trataba de un esqueleto humano completo.

No sólo los especialistas participaron de esta tarea, también lo hizo personal policial, que se encargó de controlar a los curiosos, y los bomberos, que fueron los encargados de remover los escombros siguiendo atentamente las indicaciones de los entendidos en la materia. ‘El sábado en la mañana concurrimos al lugar del hallazgo, junto a la directora de Patrimonio Cultural de la Provincia, para determinar cómo iba a ser el operativo. Y de 17 a 20,20 horas trabajamos en la excavación del lugar que se fue extendiendo a medida que íbamos descubriendo que se trataba de un esqueleto completo. Los restos estaban enterrados a 65 centímetros de profundidad‘, comentó Catalina Teresa Michieli, directora del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo Profesor Mariano Gambier, de la UNSJ.

SIN DESCANSO

Michieli contó que la remoción del resto de los huesos (los obreros que los encontraron sacaron el cráneo y parte del tórax) se hizo el domingo, de 9 a 15,20 horas, para aprovechar la luz natural.

Dijo que su equipo, integrado por Lorena Re y Carlos Gómez Osorio, ese día trabajó de corrido para completar la tarea de modo que lo descubierto no se alterara por estar a la intemperie y para que la empresa que estaba trabajando en el lugar, responsable del hallazgo, pudiera retomar su obra lo antes posible.

Según Michieli, en la excavación no se encontró ningún objeto que pudiera aportar datos sobre la procedencia y antigüedad del esqueleto. Dijo que sólo se pudo determinar por su apariencia que no pertenece a una época indígena ni a una reciente y que, por la posición en que estaba (horizontal, boca arriba y brazos al costado del cuerpo) aparentemente fue sepultado en el lugar como se acostumbra a hacer en un cementerio. ‘Hace 200 años esa zona era puro campo y en esa época la gente acostumbraba a enterrar a sus muertos en su propiedad, y éste puede ser un ejemplo de ello‘, sostuvo Michieli.

Por el momento, el esqueleto está en el laboratorio arqueológico del Instituto, donde lo limpiarán y acondicionarán en espera de estudios que podrían aportar más datos sobre su historia, y que comenzarán el mes que viene, según dijo la especialista que encara la investigación.