Las gradas del Bicentenario pintadas con los colores de Boca y de Racing, los flashes de las cámaras de fotos, la excelente presentación con coreografía y fuegos artificiales incluidos fueron algunos condimentos de lo que fue la mágica final disputada en la “Cava” de Pocito.
Desde el martes las entradas ya estaban agotadas. Y no era para menos. Sanjuaninos, mendocinos, puntanos, porteños, entre otros, no querían perderse el espectáculo que comenzó con la actuación de dos bandas musicales, una hora antes del partido y con el estadio semicompleto. Luego, minutos antes del puntapié inicial de la final, un grupo de jóvenes vestidos con los colores de la bandera nacional ingresó al estadio para exponer una gran coreografía como presentación del evento.
Posteriormente sí empezó el partido con la adrenalina a flor de piel y con 25 mil testigos alentando a ambos equipos. El momento más excitante fue cuando llegaron los goles. Parecía que el estadio se venía abajo. Y en dramático final de la obra algunos se fueron contentos con la función y otros no. El Bicentenario se transformó en un teatro y Boca se llevó todos los aplausos.
