Estado de Bienestar (o Benefactor), es un concepto de las ciencias políticas y económicas con el que se designa a un modelo general de Estado y de organización social, según el cual el Estado se hace cargo de servicios y necesidades de los habitantes de un país, en cumplimiento de derechos sociales. Comprende un conjunto de actividades, como subsidios de desempleo, pensiones, sistema de salud y de educación universal, provisión de vivienda y otras asistencias, siendo su objetivo primordial lograr una sociedad más justa, mediante la redistribución de la riqueza, de manera que la población (en particular los sectores más carenciados o desprotegidos) tengan una mejor calidad de vida. Esta concepción del estado se remonta al siglo XIX, y tuvo un gran crecimiento luego de la II Guerra Mundial, impulsado por el desarrollo de las tesis keynesianas. Argentina, a partir de la década del 40, fue pionera en América latina en la implementación de políticas sociales.
Existen distintos modelos de Estado de Bienestar, dependiendo de las particularidades de cada país o región, siendo un modelo exitoso el escandinavo o socialdemócrata, el cual garantiza una amplia protección y hace hincapié en la inclusión social y en la universalidad de las prestaciones, pues todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y beneficios. Dentro de los países comprendidos en este modelo, se destaca el caso de Dinamarca, por ser uno de los más modernos y desarrollados en el mundo. Algunos de los beneficios del sistema danés son: Educación -en todos sus niveles- gratuita de alta calidad y becas para los estudiantes mayores de edad; servicio médico gratuito de alta calidad; pensión a la vejez; asistencia social, etc. Otro importante beneficio es el subsidio por desempleo: su duración es hasta un máximo de 4 años y está condicionado a que el beneficiario participe en medidas activas como la realización obligatoria de cursos o talleres de formación, y la aceptación de ofertas de empleo en empresas privadas o publicas, o en puestos al servicio de la comunidad. Además, se realiza un riguroso seguimiento de cada caso para lograr colocar al trabajador en el mercado laboral, y si se detecta que éste no tiene intención de tener un empleo y vivir del subsidio, se le retira. Es decir, el desempleado goza de protección pero no puede abusar de ella. A su vez, las empresas cuentan con muchos incentivos por parte del Estado para contratar personal. Este sistema es financiado por el Estado, por lo que requiere un alto grado de impuestos. Pero la mayoría de los daneses apoya el nivel de impuestos porque saben que el dinero es administrado correctamente según las leyes vigentes. Asimismo, los daneses tienen una gran confianza en el gobierno, en sus leyes, en las instituciones políticas y en la democracia.
En Argentina el Gobierno nacional ha destinado sumas considerables a múltiples planes sociales que, si bien han evitado el aumento de la indigencia, no han logrado revertir la crisis social. Por el contrario, han crecido los índices de pobreza, desempleo y el trabajo informal (Observatorio de la UCA). La falta de control y coordinación, la discrecionalidad en su otorgamiento y su uso clientelar, sumado a la ausencia de oferta laboral, son algunas de las causas.
En cuanto a la educación, la escuela pública -orgullo nacional en otras épocas- viene perdiendo constantemente terreno ante la privada, lo que se refleja en los datos estadísticos oficiales, y las últimas evaluaciones internacionales de calidad educativa (como el programa PISA) colocan a la Argentina entre los países con peor rendimiento. Es decir, aunque se invirtió más en educación, se gastó mal. También el sistema de salud padece una crisis crónica. Una excepción ha sido el sistema previsional, donde se ha dado un amplio marco de cobertura que permitió incluir en el sistema a adultos mayores que antes estaban excluidos.
La coyuntura actual impone un replanteo de la problemática en aras de un Estado de Bienestar robusto, eficiente y equitativo, que eleve las condiciones de vida de los argentinos y les permita a los sectores más vulnerables salir de su situación de marginalidad y ascender socialmente. Dentro de las cuestiones a analizar para su perfeccionamiento se encuentran los planes sociales, los cuales no se deben suprimir pues los beneficiarios no cuentan con ninguna otra alternativa, pero es necesario que los programas no atenten contra la cultura del esfuerzo y del trabajo, sino que tengan como objetivo la rápida inserción en el mercado laboral y el suministro de herramientas para la manutención autónoma de las personas. Otro factor clave para el progreso personal y colectivo es la educación. Hace casi 150 años dijo Sarmiento que "todos los problemas son problemas de educación”. Esas palabras del Maestro de América recobran vigencia en estos tiempos.
