Bachelet puede regresar a la presidencia con un discurso más izquierdista, y con gestos de acercamiento a los gobiernos autoritarios populistas de Argentina, Bolivia y Venezuela, pero sin alejarse de las políticas pro-mercado de Chile o de su alianza económica con Perú, Colombia y México.
Bachelet ganó por casi el 47% en la primera ronda del 17 de noviembre, menos del más del 50% que hubiera necesitado para ganar sin una segunda vuelta y le fue peor de lo esperado con los votantes de clase media de la capital chilena y en el norte del país. Esto la obligará a girar hacia el centro en su campaña para las elecciones del 15 de diciembre, para conseguir votos de centro. De otra manera, bajo las nuevas leyes de voto no obligatorio, corre el riesgo de ser elegida con el porcentaje de votos más bajo desde la restauración de la democracia en 1990.
Aunque el 17 de noviembre Bachelet consiguió suficientes bancas en el Congreso para aprobar sus reformas impositiva y educativa -quiere aumentar los impuestos corporativos y usar la recaudación para financiar la educación universitaria gratuita-, no tendrá suficientes votos para cambiar la Constitución. Durante su campaña, planteó cambiar la Constitución para realizar una profunda reforma política.
Si bien Bachelet quiere pasar a la historia como la presidenta que redujo drásticamente la inequidad social en Chile y no ser recordada como quien echó a perder dos décadas de constante crecimiento económico y reducción de pobreza, que bajó del 40% en 1990 al 14% actual. A su vez, el ingreso per cápita aumentó de unos u$s 5000 a casi u$s 20.000 en ese mismo período, el mayor de la región. Y no querrá se comparada con el saliente Sebastián Piñera, quien dejará su cargo con un índice de crecimiento del 5,5% y una inflación de 3% este año.
La coalición gobernante de Bachelet estaría ideológicamente dividida entre los demócratas cristianos y el partido comunista, hecho que la obligará a mantener un delicado equilibrio para no perder a ninguno de sus principales aliados.
En política exterior, el mundo ha cambiado bastante desde que Bachelet fue presidenta. Entonces los precios del petróleo alcanzaron un récord de u$s 146 el barril, y el fallecido presidente Hugo Chávez se paseaba por el mundo regalando petrodólares para comprar lealtades a su "revolución bolivariana”. Hoy Nicolás Maduro apenas puede gobernar en medio de una crisis económica con más de 50% de inflación anual y creciente escasez de alimentos y de electricidad. Y China anuncia nuevas medidas hacia su conversión al capitalismo.
Pero dudo de que Bachelet acabe con el "modelo chileno”. Tal vez algunas de sus reformas serán necesarias para preservar ese modelo.
