Si alguno de los 1.000 hinchas que observaron el clásico no se durmieron, fue por obra y gracia de los bombos y los redoblantes de la hinchada de San Martín, la única en el estadio por decisión de la Policía, que le dieron el sonido ambiente al encuentro que realmente fue muy pobre. Más allá del juego, quedó claro una vez más la rivalidad de unos con otros, plasmada en los cánticos y en las banderas mostradas como auténticos trofeos de guerra.
Como es habitual, el grueso de la hinchada Verdinegra se ubicó en la popular norte. El resto de la gente, apelando a tener un extra de calor, se ubicó en la platea este. Con el inicio del encuentro, se dio paso a los temas en contra de Sportivo, que sólo tuvo de su gente, además de jugadores y cuerpo técnico, a cuatro dirigentes que observaron el choque desde la platea Oeste alta.
"Equipo chico, la p… que te pa…”. Fue el primer hit que sonó por el Hilario Sánchez. Al mismo tiempo, las banderas Verdinegras comenzaron a ser matizadas por tres trapos de Desamparados. Sin dudas un punto oscuro en el operativo de seguridad, en el cual incluso se revisó a los periodistas.
La apatía que se transmitía desde el campo de juego, contrastó con el apoyo desde la cabecera más grande del estadio. Los hinchas de San Martín se olvidaron por un momento de los víboras y se dedicaron a cantar por un pronto regreso a Primera y contra el archirrival de Cuyo, Godoy Cruz, con el cual justamente se cruzará en un amistoso de preparación dentro de seis días en Mendoza.
Como todo partido del Oficial, en la platea Este la mayoría eran familiares de los jugadores locales. Por ejemplo los Jofré, que tenían a Oscar en la defensa de San Martín, sufrieron durante todo el encuentro y alentaron a su mimado ante cada acierto.
El tramo final del encuentro ganó en emoción luego de la expulsión de Moliní por doble amarilla. Entonces, un poco por el frío y otro tanto por la ansiedad, la mayoría vivió los últimos minutos de pie. Obviamente el remate de Lucas Cortez que terminó lejos del arco fue el punto de lamento para todos. El 0-0 cerró una tarde pobre en volumen de juego, pero con el folclore del clásico más intacto que nunca.
