Cuando los bomberos llegaron, minutos después de las 16 de ayer, un humo espeso y negro de colaba por cada hendija del salón de ventas del Museo del Olivo, en 25 de Mayo 165 Oeste, casi Sarmiento, Capital. Y dentro del local, las llamas avanzaban lentas (por la falta de oxígeno, estaba todo cerrado), pero implacables en dos heladeras con bebidas. Afuera todos miraban expectantes, porque nadie podía acercarse, ni los bomberos. Hasta que un insistente chorro de agua destruyó una puerta de vidrio y fue a dar directamente al foco del problema: las heladeras. Entonces la misión de los bomberos al mando del oficial subinspector Rubén Castro, empezó a simplificarse, aunque fue necesario el trabajo de dos dotaciones del cuartel central de la policía y el apoyo de los voluntarios de Chimbas y Santa Lucía, dijeron fuentes policiales.
"Se perdió todo. Lo que no agarraron las llamas lo dañó el humo, el calor y el hollín. Vamos a tener que vaciar el local y pintarlo entero, la verdad que no sé a qué monto asciende lo que se perdió… pero bueno… gracias a Dios no tenemos que lamentar víctimas", dijo ayer César Marún, uno de los dueños de ese predio donde funciona un museo que realiza una producción simbólica de aceite de oliva para los turistas, ya que allí desde 1949 hasta hace poco operaba la fábrica de aceite "Tupelí".
Ayer, personal policial informó que en el salón de ventas las llamas destruyeron tres heladeras, dos computadoras, una máquina registradora, parte de una pared y la mercadería: aceites, conservas, dulces, especias, fiambres, bebidas y otras más, pues el local dañado era prácticamente un autoservicio.
Cuando cada resto de fuego fue controlado, el primer vistazo de los bomberos en el foco del siniestro los llevó a concluir que había sido un cortocircuito en la parte trasera de una de las heladeras, donde se conectan los cables que la alimentan de electricidad, la causa del desastre.
