Mañana se recuerda uno de los hechos históricos más heroicos y sacrificados de un pueblo en los albores del nacimiento de la patria, el Éxodo Jujeño.
En 1812, después de la derrota en la batalla de Huaqui, un envalentonado ejército realista avanzó sobre territorios del Norte; en lo que hoy configura la provincia de Jujuy; con el objetivo de llegar a Buenos Aires, para de esta forma retomar el dominio español sobre la patria que había nacido en 1810. Como contrapartida, un desalentado y diezmado ejército al mando del Gral. Pueyrredón se encontró en Yatasto con el Gral. Manuel Belgrano, cuya misión era reorganizar esta fuerza y detener el avance realista. Belgrano se trasladó posteriormente a Jujuy donde comenzó a reorganizar las tropas; atendió los asuntos políticos y levantó el nivel moral y patriótico de los pobladores. En la vieja ciudad celebró, en 1812, el 25 de Mayo y por segunda vez presentó al pueblo y a los soldados la bandera de su creación. En vista que el ejército español venía aplastando todo foco de resistencia patriótica desde Cochabamba, Belgrano decidió que los jujeños abandonaran la ciudad. Nada debía quedar para los invasores.
El 23 de agosto de 1812, dispuesta ya la retirada, lanzó Belgrano su famosa proclama a los pueblos del Norte: "Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, os he hablado con verdad… Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reuniros al ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres".
Jujuy respondió heroicamente al llamado patriótico. Y como en los viejos éxodos de la historia, todo un pueblo marchó con sus soldados hacia el campo de las Carreras, donde el drama se resolvería luego de 30 días de incertidumbre y duelo. La gente debía llevarse todo lo que podía ser transportado en carretas, mulas y en caballos. Y así lo hizo. Los pobladores siguieron a Belgrano cargando muebles, enseres y arreando el ganado en tropel. Cuando el ejército español llegó a las inmediaciones, encontró campo raso. Las llamas habían devorado las cosechas y en las calles de la ciudad ardían aquellos objetos que no pudieron ser transportados.
El éxodo llegó hasta Tucumán, donde Belgrano decidió hacer pie firme y con un ejército ya organizado y apoyado en la fe de un pueblo, alcanzó la gloria en la triunfal batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812. El ejército realista al mando del Gral. Tristán retrocedió hasta Salta, en donde nuevamente es derrotado el 23 de febrero de 1813.
Con esto termina todo intento de dominación, cerrando las intenciones de un nuevo virreinato.
