Con el transcurso de los años se intensifican hermosos recuerdos de la infancia y juventud. Especialmente al evocar pasajes familiares imborrables y vivencias imperecederas que jalonan una vida sujeta a los vaivenes que la caracterizan y definen.
En la intersección de las calles Mendoza y Centenario, conocida como esquina "El sauce" (homónima a la de Santa Lucía), en la otrora Chimbas Norte, se levantaba una colonial casa de adobes destruida por el terremoto de 1944. Los iniciales moradores generacionales fueron progenitores de 7 hijos que recibieron protección y esmerada educación. De ascendencia española, desde muy joven el matrimonio se dedicó a la actividad comercial y agrícola, logrando progreso y merecido bienestar.
Asiduamente concurrido, un almacén de ramos generales llamado precisamente "El Sauce", fue punto de referencia en la partida y llegada del transporte de tracción a sangre primero y más trade de vehículos que conectaba la región con el vecino pueblo de Albardón. El comercio de referencia abastecía a familias de trabajadores rurales que cumplían faenas, particularmente en las diversas chacras y viñedos aledaños, pertenecientes a don Pablo Santa María Larrínaga. Desde aquel lugar, operarios de Vialidad Nacional seguían su itinerario hacia el campamento de la repartición, situado en las márgenes del río donde inmigrantes chilenos instalaron un local denominado "La Cantina", que alcanzó notoriedad por los juguetes de entretenimiento confeccionados en madera, para la venta o el trueque.
En la periferia hogareña, una quinta con una variedad de frutales, fue complemento económico del hogar. Por supuesto, un cuidado jardín de variedad floral proliferaba cada año. Un clásico viñedo contiguo donde predominaba la variedad moscatel, destinada a vinificar o la producción de pasas, satisfizo en buena medida el momento económico. La crianza de porcinos y aves de corral, completaba el cuadro de actividades.
