Indudablemente el fundador de San Juan es el padre genérico de todos, más aún cuando no sólo estableció las bases de la ciudad, sino también de su jurisdicción, que es la base del actual marco territorial de la provincia. Juan Jufré pudo llevar adelante el proyecto, porque ante todo se le otorgó por delegación el poder absoluto, por parte del rey Felipe II, quien gobernaba desde España sus colonias extendidas en los cinco continentes.
Sus éxitos en la guerra contra los indios americanos le dieron a Jufré experiencia y prestigio, hicieron de él un hombre de confianza para el reducido grupo de españoles que con esfuerzo terminó imponiéndose en Chile. Situación que le permitió ocupar varios cargos en la naciente administración colonial. Es así que se desempeñó en varias oportunidades como alcalde y regidor. Era al mismo tiempo un hombre que no gustaba de dejar cabos sueltos. Contraer matrimonio fue una decisión importantísima y lo ideal fue hacerlo con una dama española. Como estas eran escasísimas en el nuevo mundo que España estaba conquistando, Jufré encontró una solución estableciendo un vínculo legal a distancia. En 1552 desposó, por medio de poder notarial, a Constanza de Meneses. El matrimonio pudo realizarse tres años después, en 1555, una vez que la señora pudo viajar a tierras americanas.
A poco de andar, los conquistadores en Chile se dieron cuenta de que para poder sobrevivir, la colonia necesitaba expandirse. Hacía falta un apoyo que sólo podía encontrarse del otro lado de la cordillera nevada, como acostumbraban a decir las crónicas de la época. Esas tierras que luego todos nombrarían con el nombre de Cuyo ya eran conocidas, pues en 1551 Pedro de Valdivia había enviado a Francisco de Villagra con el objeto de explorar las tierras cuyanas. A partir de entonces todos los informes señalaban lo mismo, lo pacífico que eran los indios huarpes, y la existencia de muchas y buenas tierras, cuya agricultura podría sostener una población importante.
En 1561 se envió una expedición con el objetivo de instalar núcleos poblacionales más permanentes. En principio la tarea se encargó a Pedro del Castillo, pero su tarea no fue satisfactoria. Al año siguiente, se lo envió a Juan Jufré, quien para entonces tenía 46 años. Y el 13 de junio de 1562 fundó San Juan de la Frontera.
Además de la gloria y los premios, el principal interés de Jufré y sus compañeros residía en los indios huarpes. Como estos eran de una gran mansedumbre, inmediatamente se subordinaron a los conquistadores, quienes aprovecharon para distribuirlos entre ellos, mediante la forma de la encomienda. En los hechos, una forma de esclavitud, que implicó la desaparición del pueblo huarpe en pocas décadas.
Esta descripción, de acuerdo con las ideas del presente, puede parecernos algo terrible. Pero no lo es de acuerdo con los cánones del siglo XVI, que es cuando se desarrollaron estos sucesos. Para sus contemporáneos, Jufré era un hombre que actuaba de acuerdo con los criterios de la época, y que sabía aprovecharlos muy bien. Eso es lo que le permitía construir.
Lo que sí es excepcional fue la actuación de Jufré posterior a la fundación de la ciudad, pues a pocos días de concretado el acto, abandonó San Juan, para nunca más volver. Pasó a Mendoza, y meses después, cuando en la primavera se abrió la cordillera, regresó a Chile, donde se instaló definitivamente. Allí fue propietario de un molino, de viñas y de algunos navíos. Murió en Santiago en 1578, siendo sus restos enterrados en la iglesia de Santo Domingo.
Quien sí viajó a San Juan fue su hijo. Lo hizo en el momento crucial, cuando la ciudad acababa de ser arrasada por la creciente del río. Y siempre hubo parientes de Jufré en San Juan: el último de sus descendientes vivía a principios del siglo XX, por lo que ahora es la calle General Acha, no muy lejos de la plaza 25 de Mayo. Siempre quedó en el recuerdo de la familia del fundador la impresión de que San Juan había sido la realización más importante del conquistador.
