Se atrevió a ir más allá de las predicciones meteorológicas y armó una máquina que, según él, podía hacer llover. Esto lo hizo famoso en todo el mundo y ocupó las primeras planas de la prensa de mediados del siglo XX. Para algunos fue un héroe y para otros, un estafador. Lo curioso es que el ingeniero Juan Baigorri pasó por San Juan en 1952, según los datos que manejan sus biógrafos en base a sus archivos, instaló el aparato en Caucete y provocó lluvias tras 8 años de dura sequía. La historia de este hombre es tan atrapante como controvertida porque aseguró haber inventado una máquina que hacía llover. Esto hizo que buena parte de la sociedad lo tildara de loco. Su historia sale a la luz en un momento en el que San Juan atraviesa una crisis hídrica por la falta de nieve en la cordillera.

Al parecer, Baigorri trabajaba en soledad por miedo a que le robaran la idea. Su llegada a San Juan, según cuenta el diario Crítica (publicado en Buenos Aires en esa época), no fue anunciada. Lo que sí ocupaba por aquellos días las primeras planas de los medios locales era la sequía que azotaba a San Juan. Incluso todavía hay quienes la recuerdan. "Fueron duras épocas. La producción de vid estaba siendo afectada por la falta de agua. Y para Caucete eso era terrible porque se vivía de la uva", contó el caucetero Elías Nesín. Pero ni él ni otros cauceteros recuerdan el paso de Baigorri por ese lugar.

Según los diarios nacionales de entonces, el ministro de Asuntos Técnicos, Raúl Mendé fue quien convocó a Baigorri para que recorriera las provincias más azotadas por la sequía. Así llegó a San Juan en enero del "52. Según lo que consta en sus registros, logró tres tormentas acumulándose 30 mm de agua. Para el hombre fue un "logro científico"; para los cauceteros, "un milagro". Lo cierto es que esa tormenta lo hizo aún más famoso en Buenos Aires, aún cuando los sanjuaninos ni se enteraron de su intervención.

Según relató Baigorri al diario Crítica, el origen de su invención fue casual. En 1926 buscaba minerales en Bolivia con un aparato y notó que cuando ponía en funcionamiento llovía. Siguió estudiando y perfeccionado su invención. El aparato de las lluvias se conformaba por una caja del tamaño de un televisor 14 pulgadas, una batería eléctrica, una combinación de metales radioactivos fortificados por sustancias químicas y dos antenas de polo negativo y positivo. Estas antenas se encargaban de dirigir las emisiones electromagnéticas que provocaban la congestión atmosférica y la lluvia, según explicó en aquel momento el polémico inventor. Entre sus logros más preciados se puede contar la tormenta que, según él, desató en 1938 en Santiago del Estero, donde no llovía desde hacía 3 años. Esto ocasionó la indignación del titular de la Dirección de Meteorología, Alfredo Galmarini, quien calificó a Baigorri de "poco serio". Por su lado, el ingeniero se sintió agredido y, ocupando la primera plana del diario Crítica, desafió al hombre diciéndole que el 3 de enero de 1939, una tormenta azotaría Buenos Aires. Esto sucedió y el acontecimiento ocupó las primeras planas. Luego de recorrer varias provincias, el Gobierno Nacional presionó a Baigorri para que explicara el funcionamiento de su máquina, pero nunca lo hizo y dijo que sólo la podía manejar él. Luego de esto, se recluyó en el anonimato y en 1972, sumido en la pobreza, falleció. Nadie supo sobre el destino del polémico aparato de hacer llover.