Regresó al país tentado por la dirigencia del vóleibol nacional que tenía como meta reinsertarse en la elite de este deporte, luego de un período de transición de años. "Julio Velasco tiene chapa", dijeron los dirigentes que, pese a que pensaban en otro candidato, daban por seguro el arreglo con Julio. Y Velasco no la dudó. Era conocedor que aquí, en Argentina, había materia prima como para pretender subir el nivel. Jugadores capaces de luchar hasta la última gota de sudor. Y le dio para adelante. Tomó la responsabilidad y empezó a programar partido a partido, torneo a torneo. En realidad, objetivo a objetivo.
Y siempre lo hizo con sus convicciones. Con su categoría de estratega en el juego y un psicólogo de verdad para entender y animar al grupo de jugadores.
Por eso el entrenador del seleccionado argentino de vóleibol, Julio Velasco, confió ayer que haber sido campeón en los Juegos Panamericanos de Toronto le generó "una emoción diferente" a los otros títulos que consiguió en su carrera y valoró la medalla de oro al sostener que es "el mejor modo de popularizar" y "desarrollar" el deporte en el país.
El experimentado técnico, que ganó dos Campeonatos Mundiales con Italia e hizo que el vóleibol de Irán se insertara en el top ten del mundo por una época, regresó al país después de 33 años y con la misión de "devolverle" al vóley argentino algo de lo que él entendía que el deporte le había dado.
"Después de tantos años fuera del país, ganar con mi país produce otra emoción", confió Velasco en una entrevista.
Para el técnico platense, "la función de la selección es obtener victorias para desarrollar el deporte. Si no se consiguen logros todo se queda en la medianía". Así, Velasco explicó su decisión de participar en los Panamericanos con el equipo titular, a diferencia de otros seleccionados.
La medalla de oro en Toronto cortó una racha de 20 años sin títulos, ya que la última conquista del seleccionado había sido en los Panamericanos de Mar del Plata 1995. Aquel equipo que integraron dos sanjuaninos (Jorge Elgueta y Fabián Barrionuevo) y que venció en una final dramática a Estados Unidos, por esos años el mejor equipo del mundo.
Además, para el exitoso entrenador el título es una manera de "devolverle al vóley" argentino todo lo que el deporte le dio él, sobre todo en los inicios de la última dictadura militar. "El vóley significo una salvación en la época dura de la dictadura militar. Me echaron del colegio donde trabajaba y no pude ir más a la facultad. Me agarré del vóley", contó Velasco.
Agregó el entrenador que el deporte le "permitía mirar para adelante en años muy negros, donde sufrí mucho y la represión me pasó demasiado cerca". Velasco era estudiante de filosofía en la Universidad de La Plata, donde fue "presidente del Centro de Estudiantes y había sido activista", por lo que con el comienzo de la dictadura debió alejarse de esa casa de estudios y tiempo después se exilió en Europa.
