Minutos después de las 21 del 6 de febrero de 2004, el histórico edificio del Rectorado de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) quedaba cubierto por gigantescas llamas. Tres pastillas de gamexane encendidas que habían sido dejadas descuidadamente sobre un mueble habría sido el motivo que originó las enormes lenguas de fuego que devoraron los 3 pisos superiores de la estructura ubicada en Mitre y Jujuy. Tras el incendio, el gobernador José Luis Gioja se comprometió a gestionar fondos para la reconstrucción y el rector Benjamín Kuchen impulsó el plan de comprar el resto del edificio que era propiedad del Banco Hipotecario. La idea generó resistencia en el Consejo Directivo, pero tras idas y vueltas en las negociaciones, la estructura fue restaurada, se adquirió el sector de la entidad financiera y el 16 de abril de 2008 fue inaugurado el nuevo Rectorado.
Las llamas se originaron en el cuarto piso, presuntamente por la combustión de tres tabletas de insecticidas sobre un mueble. El siniestro, por un lado, dejó al descubierto las falencias del edificio ya que no contaba con grupo electrógeno, por lo que al cortarse la luz, las bombas dejaron de funcionar y el suministro de agua se paralizó, provocando que el fuego se extendiera hacia los pisos superiores. Por otro lado, salió a la luz la falta de equipamiento de los bomberos para enfrentar un incendio de tal magnitud, lo que llevó a la gestión giojista a comprar una grúa con capacidad para llegar a grandes alturas y material para los bomberos. Al día siguiente, el Gobernador comenzó las gestiones con la Nación para conseguir fondos para la reconstrucción y a los pocos días, el entonces ministro de Educación, Daniel Filmus, se comprometió a prestar ayuda. Es que las oficinas del Rectorado se dispersaron más de lo que ya estaban hasta ese momento y se repartieron en 8 lugares distintos, incluyendo al Palomar. Afortunadamente, en el tercer piso, que quedó arruinado por el agua, sobrevivió el centro de cómputos y por ende la base informática con información clave de la institución. El rector Kuchen encaró la idea de comprar el resto del edificio (subsuelo, planta baja, primero, segundo y séptimo piso) que pertenecía al Banco Hipotecario, pero encontró una fuerte resistencia en el Consejo Superior. Al momento de tratarse el tema, hubo fuertes tironeos sobre la conveniencia de adquirirlo o construir uno nuevo. Finalmente se optó por la compra que involucró unos 3,4 millones de pesos.