Un grupo de jóvenes se dirigía al dique en auto. Entre ellos iba un chico al que le faltaba una pierna. Sus compañeros bajaron del vehículo y fueron revisados por la Policía, que no encontró ninguna botella. Pero la mirada cómplice de los amigos sorprendió al efectivo, que decidió pedir que también bajara el chico discapacitado. Después de las negativas lo logró y descubrió que debajo del almohadón en el que iba sentado había 5 botellas de fernet, 1 de vodka y 1 de vino.

“Esa fue una de las técnicas usadas por los jóvenes para entrar a los campings con alcohol, que más nos llamó la atención”, comentó el jefe de Policía, Miguel González. Contó que, además de esconder botellas en los motores, detrás de los faros, en el gabinete de las puertas y debajo de la rueda de auxilio, los chicos usaron recursos nuevos para burlar los controles policiales. Entre ellos, un grupo de chicos llevó un equipo de música cuyos parlantes estaban cargados con cajas de vino.

Por otra parte, algunos padres se transformaron en cómplices de sus hijos. En un caso, la Policía revisó el auto conducido por una mujer que llevaba a sus hijas y las amigas a un camping. Aparentemente no tenían alcohol, sin embargo, el efectivo encontró las botellas de fernet en el bolso de la mujer.

Otro oficial se sorprendió en el control armado antes del paredón del dique. Es que un grupo de chicos llegó hasta allí caminando y, como en las mochilas no llevaban alcohol, el efectivo decidió palparlos. Encontró botellas de fernet sostenidas con cinta en las piernas de los jóvenes, debajo de sus bermudas.

Los jóvenes también escondieron vino en las cajas de jugo. Mientras que, usaron las botellas de un energizante azul para esconder vino espumante del mismo color.

Sin embargo, el caso que más preocupó a los miembros de la Fuerza se dio en el camping Palmar del Lago. Allí, por la noche, encontraron un chico que, según el jefe de Policía, llevaba 53 pastillas que, se sospecha, son usadas para casos oncológicos y tienen un costo aproximado de 4.000 pesos. Las pastillas quedaron en manos de Toxicomanía y el joven está a cargo de la Justicia Federal.

“Además, volvimos a detectar casos en los que chicos enterraron botellas en el dique con anterioridad, para desenterrarlas por la madrugada. Esto tiene que encender una luz de alerta en los padres y en toda la sociedad. Porque, que un chico se tome el tiempo para hacer algo así puede significar que tiene verdaderos problemas con el alcohol”, reflexionó González.